Tribuna abierta

Mentiras y trampas

«La división de centro y derecha en tres partidos ha engordado al PSOE dándole unos buenos resultados»

Juan Van-Halen

Probablemente debamos achacar la ruptura en tres del espacio político de centro y derecha, conformado hoy por PP, Ciudadanos y Vox, a la percepción por el votante de la desatención a ciertos valores y principios del PP forjado en 1989. En su andadura, incluidas dos ... mayorías absolutas, fue descuidando, sobre todo en los años últimos, una parte de lo que no era Economía, desde más tecnocracia que política.

No se tuvo suficientemente en cuenta una realidad social que había cambiado y era cada vez más líquida, camino de ser gaseosa, con un pasotismo suicida. Tampoco se calibró que la izquierda considera el poder como algo que le corresponde de manera natural, de modo que los gobiernos de centro y derecha son recibidos como paréntesis de excepción. La izquierda acepta los gobiernos ajenos ma non troppo. Cuando pierde todo vale para recuperar el poder, incluida la mentira continuada.

Sin entrar en el fondo de aquel acto criminal, el atentado del 11 de marzo de 2004 supuso la palanca para un importante cambio de rumbo en España. Con los trenes de Atocha se dinamitaron los pronósticos electorales y la respuesta de las urnas cambió radicalmente. La primera pregunta de uno de los detenidos fue «¿Quién ha ganado las elecciones?».

La manipulación de una tragedia de tal envergadura fue notoria. Desde aquel «España merece un Gobierno que no nos mienta», que condenaba al Gobierno y daba la sensación de que olvidaba a los terroristas, hasta el acoso a las sedes del PP en la jornada de reflexión que no tenía antecedente ni se ha repetido después. Acaso tras el atentado el Gobierno debió convocar a todos los líderes y arbitrar una respuesta conjunta. En naciones de nuestro entorno es probable que incluso se hubiesen aplazado las elecciones buscando un sosiego del que se carecía. De aquello, a los efectos de estas líneas, me queda la manipulación.

Hay una frase de Bismarck para reflexionar: «Nunca se miente más que antes de unas elecciones». Me lleva a aquellas jornadas. La mentira se ha convertido en algo natural en nuestra realidad política. El 17 de abril de 2017 dediqué una Tercera, «La muerte de la verdad», a este fenómeno que por habitual no es menos inquietante. La mentira, con el eco reiterado en los medios de comunicación y en las redes sociales, la maneja con eficacia la izquierda. Y generalmente consigue que el ciudadano la acepte como verdad. La madre de las falsedades alzadas por la izquierda es que la República fue un régimen idílico, una democracia normalizada. Y algunos ejemplo menores: a ver quién se refiere a los fondos de inversión sin añadir el remoquete de «buitres». O quién se atreve a negar que la reforma laboral es perjudicial. Falacias comúnmente aceptadas.

Las mentiras de la izquierda son trampas en las que el centro y la derecha buenistas suelen caer. La última falacia aceptada y repetida en la izquierda y en los medios es considerar a Vox un partido de extrema derecha. No tengo nada que ver con Vox pero tengo que ver con la verdad. A este partido se le pretende aislar pero en él no se dan las condiciones que en Europa le harían aparecer como ultra, salvo para el señor Macron que tiene los motivos y miedos en su país. Partidos realmente ultras cogobiernan en Europa y en algún caso con la izquierda más rancia.

Vox es un partido no menos constitucional que otros. Se podrá estar o no de acuerdo con él, pero es así. El PSOE pacta con Podemos que proclama un cambio de sistema, enviar la Constitución al trastero, la abolición de la Monarquía, el antieuropeísmo… y pocos definen a ese partido como lo que es: extrema izquierda leninista. Y el PSOE también pacta con los soberanistas catalanes, tan lejos de la Constitución y que quieren romper España. No es una mera declaración retórica; hubo un intento de golpe de Estado para tal fin. Ciudadanos ha caído en la trampa desde la hipocresía de recibir los votos de Vox cuando le conviene y de negarse a dárselos. Menuda coherencia. Vivimos una realidad mentirosa. El doctor Goebbels, que sabía del asunto, dejó escrito: «Mentir, mentir, mentir… porque algo permanece siempre».

Vox creció del árbol del PP. Y Ciudadanos, desde que pasó de Cataluña al ámbito nacional, y de considerarse socialdemócrata a liberal, recibió del PP un río de afiliados y votantes. En el PP existen, o existían, variadas sensibilidades. Rivera, sumido en sus contradicciones ya tan evidentes, no ignora sus bandazos. Y Abascal, sumado al ansia de poltronas, también conoce los suyos. La división del centro y derecha en tres partidos ha engordado al PSOE dándole unos buenos resultados que, por cierto, se han sobredimensionado. Y Podemos se estrelló electoralmente. Su salvación y la de su líder se apuntalan en el implorado acceso a ministerios. Hay un retorno lento pero sostenido al bipartidismo.

Ahora el reto de Casado es reconstruir el centro y derecha desde la salvaguarda de principios y valores y desde la verdad. Aunque Mark Twain nos dijo que «es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada».

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