Suscribete a
ABC Premium

Gabriel Albiac

Lampedusa

.

Gabriel Albiac

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Deferente y lejano, el príncipe Salina atiende, en su apartado palacio de Donnafugata, al ingenuo Chevalley di Monterzulo. Y sabe que su entusiasmo por modernizar Sicilia reposa sobre un sueño. O mejor, sobre una ignorancia primordial de aquello que en la isla es inalterable. Los ... sicilianos -sabe el príncipe- son dioses: toda modernidad se estrellará con ellos. No va un dios a admitir ser sometido al anecdótico dictado del tiempo; de la historia, que es su nombre solemne. Ni siquiera un dios caído.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia