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Tribuna abierta

El legado de Gregorio Ordóñez

«Nos demostró que en política todo se puede lograr y nos trazó el camino a seguir para conseguirlo»

José Ignacio Palacios Zuasti

Conocí a Gregorio Ordóñez en 1983 cuando los dos fuimos elegidos concejales de Alianza Popular (AP), él en San Sebastián y yo en Pamplona. Desde entonces, al tener que actuar contracorriente y en «territorio comanche», forjamos una unión muy estrecha que ahora, 25 años después ... de su asesinato al estilo del Chicago mafioso de los años veinte, sigue sin romperse. Cuando Gregorio entró con 24 años en el Ayuntamiento donostiarra, AP tenía allá diez mil votos y tres concejales y gracias a él empezó su despegue. Porque, como concejal de Urbanismo, primero, y de Turismo y Festejos, después, demostró pertenecer a esa clase de políticos que saben que a los puestos se va a servir y no a servirse de ellos y que en política se está para resolver los problemas que afectan a los ciudadanos. Sí, Gregorio era de esos que atendía a todos los vecinos por igual, sin mirar su etiqueta política, al tiempo que transmitía una imagen de persona íntegra, honrada, austera, sencilla, campechana y resolutiva. Fue un trabajador incansable que dedicó a los temas municipales todo el tiempo que era necesario, robándoselo a su vida privada y a su familia. Era firme en sus principios y no tenía pelos en la lengua para denunciar al adversario con el arma de la palabra, y con ella, en esa tierra tan difícil y en esos momentos tan problemáticos, supo defender algo tan esencial como que todos los vascos podían vivir en paz y en armonía.

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