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El contrapunto

Sánchez, ese gran trilero

Casado se consolida como única alternativa, si sabe unir a un centro derecha abandonado por Ciudadanos

Isabel San Sebastián

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El presidente del Gobierno trasciende con creces los flirteos propios de una mayoría parlamentaria tan exigua como la que le permite ocupar la Moncloa para darse a la más desvergonzada promiscuidad. Lo mismo le da ocho que ochenta: Pablo Iglesias, que hasta diez minutos antes ... de convertirse en su vicepresidente le provocaba pesadillas; Gabriel Rufián, representante de un partido que se jacta de haberse alzado contra la Constitución que él juró cumplir y hacer complir; Aitor Esteban, abanderado de la más rancia derecha nacionalista vasca; la bilduetarra Merche Aizpurúa, declarada enemiga de esa reforma laboral merced a la cual existe la figura del ERTE, esgrimida como gran remedio por su ministra de Trabajo pese a que muchos de los incursos en ellos no estén cobrando sus salarios por la inepcia gubernamental; y desde ayer también Inés Arrimadas, lideresa del nuevo Ciudadanos dispuesto a compartir trinchera con Podemos y PNV, en contra de la palabra dada a sus votantes. Cualquiera que asegure temporalmente a Sánchez su permanencia en el poder le sirve como compañero de cama, por distintos y distantes que sean sus gustos políticos. En ausencia de principios, le sobran ambición y maquinaria propagandística. Lo que le falta de coherencia, lo suple con arrogancia. Y sale airoso. Más difícil de entender es que siga encontrando incautos dispuestos a encamarse con él, aun sabiendo lo proclive que es al engaño y lo poco que tardará en darles boleta si le conviene.

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