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Una raya en el agua

La inmigración, serpiente de verano

En la Armada no habrá quejas por sentido de la disciplina pero existe malestar con su utilización propagandística

Ignacio Camacho

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Este Gobierno no tiene (tampoco) una política migratoria más allá de los gestos. Que también carezca de ella la UE representa un mal consuelo porque el control de las fronteras de España, aunque sean también comunitarias, corresponde al Estado español y no a los organismos ... europeos. El Gabinete de Sánchez sólo ha hecho bien una cosa al respecto, que es dar apoyo económico a Marruecos para que controle -a su modo- los flujos en el Estrecho, y no se atreve a presumir de ello para no irritar a sus eventuales socios de Podemos. En cambio se ufana de que va a retirar las concertinas en Ceuta y Melilla ocultando que ha financiado la instalación en el lado marroquí de una ristra de zanjas y vallas coronadas por esas cuchillas que al Papa Francisco le provocaron tanta grima. Desde que Zapatero se arrepintió de su propia Ley de Extranjería y destituyó al ministro que la había redactado bajo sus consignas, el PSOE mantiene ante la inmigración irregular una actitud de flagrante hipocresía. Apremiado a tomar las medidas antipáticas a las que la responsabilidad del poder le obliga, trata de compensarlas con poses de oportunismo humanitario y guiños efectistas. Siempre por detrás de los acontecimientos, a merced de las oenegés de rescate, de las mafias negreras, del malismo de Salvini y de cualquiera que sea capaz de tomar la iniciativa.

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