Suscribete a
ABC Premium

La Tercera

La indignación

«La prerrogativa emocional que permite que la injusticia se haga carne no entiende de filiaciones políticas, ni está siempre disponible para usos partidistas. Por el contrario, ni la indignación puede ser inducida, ni el poder de convicción de la razón visceral podrá sustituir jamás las cualidades demostrativas del razonamiento»

JAVIER MOSCOSO

Probablemente no haya una pasión que haya marcado tanto los acontecimientos políticos recientes como la indignación. Los movimientos sociales del 15-M la hicieron suya, y todavía hoy sigue invocándose para hacer referencia a una experiencia que parece reflejar, en la teatralidad de los gestos ... y en la contracción de las vísceras, una denuncia imparable. Bajo el paraguas de la indignación han crecido algunos de los jóvenes políticos españoles; al amparo de sus aspavientos hemos visto, todavía los vemos, una proliferación de muecas y mohínes, una violencia expresiva propia de quien quiere hacernos creer que la verdad les sale del pecho, que no solo la conocen, sino que también la exudan. La historia más reciente no podría escribirse sin el concurso de esta gestualidad vehemente que ha cambiado la retórica de la política. Como un huracán que no abate, la indignación parece convertirse en la garantía del derecho y en la piedra del escándalo. Por sí sola, ha querido dirigir el conjunto de la vida política, amparándose en la legitimidad que otorga su generoso padecimiento.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia