Panicoronavirus

Turistas en Venecia Reuters

Hace no mucho escribí un artículo que titulé «desde lo fantástico a lo real» y comentaba : «Mirando las películas de ciencia ficción, siempre he pensado que los directores y los guionistas no son solo unos artistas con una gran capacidad de imaginación, sino que están ... muy bien documentados sobre los desafíos que la ciencia quiere superar y sobre estas aspiraciones construyen sus historias». Parece que también lo que estamos viviendo es algo que se imaginó ya hace mucho tiempo.

Acabo de ver unas fotos de un libro «The eyes in the Darkness» escrito en 1981 que me envió una amiga, fotos que reproducen unas páginas en las cuales ¡es inquietante leer la exacta descripción de lo que estamos viviendo! En el libro se habla de Wuhan, de su laboratorio de virología y de un virus que provoca neumonía... etc. Empezamos con tres obvias consideraciones. Aunque falta todavía la verdad sobre el origen de la propagación del virus, es decir si es debida a animales como murciélagos o a un error humano, la presencia en Wuhan de un laboratorio de virología es por lo menos sospechosa.

La primera consideración es que en el caso de que el virus sea de origen animal, las autoridades de los países donde se comen murciélagos, ratas, etc. habrían tenido que vetar esta costumbre alimenticia o poner normas higiénicas muy estrictas. En el caso de un error humano, es evidente que aunque la investigación sobre los virus es seguramente muy importante también es muy delicada y peligrosa si no se sabe cómo neutralizarlos y las medidas de seguridad tienen que ser muy, muy elevadas.

La segunda es que, imaginando que se hagan los análisis de riesgos, éstos prevén un plan de acción y unos protocolos en el caso de que algunos de ellos se concreten.

La tercera es que en el caso de riesgo de pandemia lo lógico sería que fuese la Organización Mundial de la Salud a coordinar la comunicación y los protocolos a nivel global. Un tema de salud pública que puede interesar a todo el mundo no se puede manejar con iniciativas locales improvisadas.

La cuarta es que la clave para gestionar las crisis es evitar el pánico que puede ser más devastador, en este caso, que un mismo virus.

Creo por lo que todos vemos, algo no está funcionando. Por ejemplo, no existe una estrategia de comunicación y un protocolo únicos compartidos. Cada Estado decide a su manera y, además, si quiere ejercer su plan general se encuentra con que tiene que luchar con las delegaciones regionales y los distintos protocolos que cada región aplica.

Si desde el inicio se conocían las que estadísticamente ahora parecen las consecuencias del virus y su capacidad de transmisión, la comunicación tenia que haber sido distinta. Leyendo los números, en «porcentaje», las mortalidades son bajas y la casi totalidad de los casos de muerte afectan a personas con sistemas inmunitarios deficitarios o con enfermedades respiratorias o cardiacas. En el resto, la mayoría de los positivos al virus o tienen síntomas muy ligeros o después de una hospitalización se curan.

Si no existen informaciones distintas a las oficiales sobre la peligrosidad del virus, el sentido común hubiera sugerido primero avisar a las personas con más riesgos para que tuviesen ellos o sus familiares una particular atención a su exposición pública. Segundo, invitar al resto de la población a ir al hospital solo ante claros síntomas de dificultad respiratoria. Tercero, seguir de forma más estricta de lo normal algunas reglas básicas de higiene como limpiarse frecuentemente las manos, etc ....

Estas medidas de sentido común probablemente no hubiera evitado el contagio que parece muy fácil, rápido y de difícil contención, pero sí hubieran protegido mejor a las personas, hubieran reducido, siempre en porcentaje, el número de los muertos y no hubieran creado pánico o descontrol. Sabemos que el pánico puede causar situaciones de descontrol imprevisibles que impactan negativamente en el resultado sanitario que se quiere conseguir, puede crear reacciones discriminatorias entre las poblaciones e impacta de manera importante en las economías, como está ocurriendo.

De todas formas, en situaciones de emergencia sanitaria cualquier medida puede ser utilizada siempre que sea coordinada, compartida, responda a unos criterios estrictamente médicos y no a improvisación o a criterios de intereses políticos o económicos. No parece que el mundo esté preparado para los imponderables. Una ves más falta una buena gobernanza, un liderazgo y una comunicación bien pensada para contener, en la confusión, la amplificación de informaciones contradictorias generadas por políticos, medios e individuos.

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