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Gibraltar, un error histórico

Si hubiera obedecido a una pretensión noble y bien planificada, la primera visita oficial de un ministro de Asuntos Exteriores español a Gibraltar bien hubiera merecido un debate previo en busca de un respaldo acorde a la dimensión histórica del acontecimiento. De hecho, el ministro ... Miguel Ángel Moratinos le ha dado más relevancia a su intento de reconciliarse con el régimen de Guinea Ecuatorial -para lo que ha pedido incluso el apoyo de Manuel Fraga- que a la justificación de un hecho histórico que se produce por primera vez en 300 años. En Gibraltar, el Gobierno ha elegido la fórmula de los hechos consumados, intentando banalizar un gesto que está destinado a minar para siempre las posiciones de España en uno de los asuntos más importantes de su política exterior. Desde la firma del tratado de Utrecht en 1713, ningún representante de España había dado este arriesgado paso, que lanza el inequívoco mensaje de que se acepta la situación tal como está, sin la menor contrapartida, ni perspectiva de obtenerla.

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