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Soluciones contra la inflación

Con una inflación casi al 10 por ciento, muchas de las propuestas de Sánchez están amortizadas y esto resta cualquier crédito a un Gobierno que no cree ni en su propia iniciativa

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La economía española atraviesa una crisis que hace viejo cada plan que presenta el Gobierno. Lejos de ser un error excusable de La Moncloa, se trata del resultado de una política conscientemente lenta e indolente, siempre a la espera de que otros hagan (Bruselas) o ... asuman culpas (Putin, Covid-19, Filomena y hasta la calima subsahariana). A pesar de las serias advertencias recibidas de organismos y expertos, el Gobierno jugó la baza de una inflación de corto recorrido, pero la que ahora se sufre está desbocada, casi el 10 por ciento, y con visos de arraigar durante mucho tiempo. Los niveles de deuda pública y de déficit -más contenido gracias a una recaudación fiscal desorbitada- pesan como ruedas de molino en el cuello de la respuesta del Estado, que se recluye en políticas nada audaces para hacer frente a una situación que está vacunada contra las tópicas y típicas medidas de un Gobierno de la izquierda, pródigo en consolidar gasto y cobarde en asumir riesgos. Sánchez presentó ante el Congreso un plan anticrisis de 160 páginas publicado en el BOE el mismo día de su comparecencia. Esta forma de proceder es, desde la perspectiva parlamentaria, un insulto más a la soberanía representada por la Cámara Baja; y desde la óptica económica, una nueva demostración de la falta de proyecto. Con una inflación casi al 10 por ciento, muchas de las propuestas del plan están amortizadas y esto resta cualquier crédito a un Gobierno que no cree ni en su propia iniciativa.

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