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Humo y propaganda hasta 2050

Sánchez propone una «visión de futuro de Estado y no de Gobierno». Si es así, puede empezar a aplicarla ya hoy con el separatismo, los jueces, la inmigración o los etarras. No hacen falta 30 años

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La presentación del plan España 2050 a cargo del presidente del Gobierno fue lo que prometía, un acto de propaganda vacía que se inscribe en el proceso continuo de inauguraciones de lo obvio. Más humo, más buenismo, más naderías. El evento prometía después de que ... su jefe de gabinete, Iván Redondo, anunciara públicamente el advenimiento de lo que parecía una reinvención de España que solo podrá llegar de la mano de Pedro Sánchez. Oyéndole ayer es difícil saber en qué va a consistir su proyecto a casi treinta años vista, pero es fácil constatar que, como le preguntara en su día Patxi López, sigue sin saber qué es una nación. Para Sánchez, España es un país que necesita hacerse de nuevo y por eso propone «un gran diálogo nacional sobre su futuro». Hace tiempo que tanta pomposidad no surte efecto, pero procede del presidente del Gobierno, así que una cosa es que sea inútil y otra que sea irrelevante. Sánchez introdujo una peligrosa referencia en la apología entusiasta de su plan cuando recordó que España se puso de acuerdo con la Constitución de 1978. Entre tanta propaganda personal y vacuidad, lo preocupante es que pretenda deslizar una propuesta de revisión de la idea misma de España y abrir un proceso constituyente encubierto. De hecho, se presentó como el líder de una nueva Transición.

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