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Alemania no quiere extremismos

Los alemanes lanzan a Europa un claro mensaje de moderación, con un Bundestag fragmentado, pero con una decidida apuesta por alejarse de las tentaciones radicales

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La Bolsa de Fráncfort, junto al resto de los parqués continentales, será este lunes el mejor termómetro para medir la confianza generada por los resultados de las elecciones celebradas este domingo en Alemania, de las que asoma una nueva coalición, en principio más abierta y ... diversificada que las que, de la mano del SPD, Angela Merkel ha encabezado desde 2013. La pérdida de apoyo de la democracia cristiana, que este domingo registró el peor resultado de su historia, muy desgastada tras dieciséis años en el poder, no ha sido suficiente para que los socialdemócratas, pese a aumentar de forma notable su peso en el Bundestag, puedan disponer de un gran margen de maniobra. Tendrá que haber acuerdos; si no una nueva edición de la ‘gran coalición’, rechazada por los dos grandes partidos, un pacto a tres, con la entrada en escena de liberales y ecologistas, asentado en la centralidad y siempre marcado por la moderación que garantiza de antemano el castigo infligido en las urnas a la extrema izquierda de Die Linke y la ultraderecha de la AfD. Quizá resulte más difícil conciliar las posiciones de Los Verdes y el Partido Liberal, indispensables en cualquier tripartito, que volver a reeditar una ‘gran coalición’, pero si de algo ha dado muestras la clase política alemana en los últimos años ha sido de su capacidad para ceder y alcanzar consensos, un modelo luego exportado con éxito a Bruselas.

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