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El ahorro, intervenido

El Estado pretende ocupar un papel central, no sólo en la regulación de los planes de pensiones, sino en la la gestión de los recursos, pero sin pagar por ello a través de incentivos

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Si algo ha sufrido en España en las últimas crisis económicas ha sido la cultura del ahorro. El discurso dominante ha puesto el acento en el gasto; los bajos tipos de interés oficiales no sólo han invitado a endeudarse, sino que terminaron desincentivando el ahorro ... tradicional en depósitos bancarios o fondos; y por último, el ahorro para la jubilación prácticamente ha sido desmantelado por el Gobierno. Paradójicamente, detrás de estos tres fenómenos está, de una u otra manera, la voracidad fiscal del Estado. La fiscalidad española nunca ha favorecido el ahorro frente al gasto, pero ha sido en este siglo cuando más se ha desequilibrado el tratamiento de uno frente al otro. El caso de los fondos de pensiones es paradigmático. Hasta la reforma tributaria de Cristóbal Montoro de 2014, cada español podía ahorrar hasta 10.000 euros o el 30 por ciento de sus rentas en fondos de pensiones y aplicarse una deducción fiscal. A partir de esa fecha, la cantidad bajó a 8.000 euros. En 2021 la cifra se redujo a 2.000 euros, y en 2022, a 1.500. Esto ha tenido un impacto apreciable en el ahorro privado para la jubilación, que ha caído un 31 por ciento en el último ejercicio, según la patronal del sector. Entre una cosa y otra, llevamos dos años perdidos en términos de ahorro individual para la vejez.

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