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Editorial ABC

El dopaje como síntoma de la Rusia de Putin

Llueve sobre mojado y el fraude se repite, pese a los gestos de un Vladímir Putin que en marzo de 2017 admitió «fallos» en los controles antidopaje de su país, rehabilitado al año siguiente

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Decretada ayer por la Agencia Mundial Antidopaje, la exclusión de Rusia de los principales torneos deportivos pone de manifiesto -como ya sucedió en vísperas de los Juegos Olímpicos de Pyongyang- que el fraude con que el Kremlin ha adulterado las competiciones internacionales se ha perpetuado ... hasta nuestros días. Inspirado por las políticas con que el bloque soviético medicó a sus representantes deportivos para convertirlos en falsos héroes del olimpismo, un programa especialmente trágico en la antigua República Democrática Alemana, el dopaje de Estado que practican las autoridades rusas responde a una concepción de la sociedad y la política hilvanada por la manipulación, la mentira y la propaganda. Decidida por unanimidad de los doce miembros del tribunal de la AMA, esta nueva exclusión de Rusia resulta aún más grave que la que impidió a sus deportistas desfilar con la bandera tricolor en los Juegos de Pyongyang. Llueve sobre mojado y el fraude se repite, pese a los gestos de un Vladímir Putin que en marzo de 2017 admitió «fallos» en los controles antidopaje de su país, rehabilitado al año siguiente. La historia se repite como síntoma de una forma de hacer política enraizada en la maquinación y la farsa.

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