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Enfoque

Cuixart ya no se sube a los coches

Permiso penitenciario de dos días

Jesús Lillo

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Como la Guardia Civil ni está ni se le espera en la Cataluña del conflicto, Jordi Cuixart no pudo anoche celebrar como Dios manda -subido a un coche de la Benemérita, megáfono en mano y hecho un tarzán- su libertad de ida y vuelta. Estuvo ... discreto el hombre en su regreso a esas calles que siempre iban a ser suyas y que llevaba sin pisar 822 días, en su mayoría recluido en un centro cuyos rigores penitenciarios son muy inferiores a los que como catalán comprometido con la independencia de su conflictiva república sufrió en esa cárcel que se llama España. A Jordi Cuixart lo quería recibir por todo lo alto Quim Torra en el Palau, y quizá darle la bendición algún obispo de la zona, pero de momento prefiere disfrutar de su familia en estas 48 que tiene de permiso y evitar el ongi etorri que le tenía preparado la oficialidad del conflicto. El consejero de Territorio y Sostenibilidad, el líder provisional del PDECat y una concejal de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona actuaron anoche de palmeros. La consejera de Justicia no pudo ir porque a esa hora estaba dándole un premio a Fernando Salinas, el exmagistrado del Supremo que defendió la independencia de los tribunales catalanes. El juez Marchena, amigo de la fiesta y el canapé jurídico, no acudió, extrañamente.

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