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El recuadro

El selfi de Sánchez

España no se merece la imagen de pedigüeño de fama que dio Sánchez ante Biden

Antonio Burgos

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Ahora que estamos en el centenario de Berlanga, le faltaba al fondo una música cañí, como por ejemplo «Dame limosna de amores». Hablo de la indignante imagen para España de ese Sánchez corriendo por los pasillos de Bruselas para ganarse los 29 segundos de fotos ... con los que Iván Redondo pudiera vender en su mercado de manipulaciones el anunciado encuentro del presidente del Gobierno con Joe Biden durante la cumbre de la OTAN. Ni eso fue encuentro ni eso fue nada. Eso fue como cuando el fan de un cantante famoso corre tras él para hacerse un selfi y presumir ante los amigos. Eso no fue encuentro. Eso fue un lamentable paseíllo mientras los asistentes a la cumbre se dirigían a otra sala. Sánchez se le pegó a Biden, quien lo miró con indiferencia y hasta sorpresa, con cara de preguntarse: «¿Pero quién demonios es este tío que no me deja tranquilo?». Sí, España no se merece la imagen de pedigüeño de fama que dio Sánchez ante Biden. Quien lo miraba como pidiendo auxilio: «¿No me puede quitar nadie a este tío de encima?». La imagen de Sánchez me recordaba al mendigo o al drogadicto que se te pega por la calle y te acompaña con su insistencia: «Anda, dame para un bocadillo». Ni un mal bocadillo de dignidad le concedió Biden a España; quizá ni se creía que ‘aquello’ era un presidente, el sucesor del mismo partido del que no se levantaba al paso de la bandera de las barras y estrellas.

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