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Bala perdida

El cine de la vida

Lo que le ha pasado a Baldwin es que la vida ha irrumpido en el guion, impredeciblemente

Ángel Antonio Herrera

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Alec Baldwin será inolvidable por usar una pistola cierta como la muerte que ha provocado. La realidad, aquí, ha sido la ficción, y nos asombra, obviamente, que haya resultado difunta una directora de fotografía por un disparo de un arma cuya munición siempre es munición ... de fogueo. Baldwin es un actor mediocre cuya hoja de servicios siempre llevará en la copa que mató a una mujer en un rodaje, bajo atronadora inocencia, si se confirman todos los detalles en curso. El azar nos usa, arriesgaba un clásico, y con razón. Nos ha conmovido la noticia, porque desde siempre el cine se ha parecido a la vida, pero nunca ha sido la vida, donde sí se mata, con pistola o sin ella. Ahí mismo nos queda la celebración del fin de ETA, que usaba las bombas en las plazas como si estuviera ensayando para Netflix. Las víctimas de ETA van quedando, bajo opinión de mucho peatonaje, como algo del pasado más o menos remoto, que es como decir como algo que ocurrió en la lejanía, que es como decir como algo que casi no ocurrió. He aquí un modo de ficción, a cuenta del pasado, y del trote con botellón de las generaciones recientes, que cultivan con mucho provecho la ignorancia. El terrorismo fue un día esa ficción, sí, pero esa ficción mataba españoles, según la agenda prevista, y el luto agudo llega hasta hoy. Nos asombra, casi, ponernos hoy a recordarlo, porque la muerte perpetrada por etarras se acabó, igual que nos asombra que de pronto Baldwin asesine a alguien de verdad, porque en los rodajes todo el mundo sale vivo, y alegre, después de un tiroteo. Lo que le ha pasado a Baldwin es que la vida ha irrumpido en el guion, impredeciblemente, del mismo modo que tantas veces el cine se nos coloca en el telediario. Ahí está un tal Otegui entornando el tejemaneje, un volcán administrando las tragedias, un tal Puigdemont prorrogando el recreo del cobarde, un país entero que sale tan fuerte de la pandemia que paga el subidón de la luz, la gasolina, el café, y lo que venga. Ahí está, en fin, la pandemia que pasa, que no pasa. Lo de Baldwin parece de cine. Y es verdad. Lo nuestro de cada día también.

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