El afrodisíaco del poder
TOMÁS CUESTAKISSINGER aseguraba que el poder es el más eficaz de los
Kissinger aseguraba que el poder es el más eficaz de los afrodisíacos y no existen razones contundentes que nos hagan dudar de su palabra. Como «sex-symbol», Kissinger no daba la talla; ahora, en cuanto a poder, que le echaran un galgo. Y, sobre su ... eficacia como elemento afrodisíaco, basta con mencionar al viejo tiburón de la política norteamericana y le hierve la libido a la parroquia asilvestrada. Kissinger, no obstante, no se dejó ninguna pluma olvidada en las sábanas. «A batallas de amor, campos de plumas», recomendó don Luis de Góngora en sus pobladas «Soledades», pero él estaba en otras guerras, más sórdidas quizá, pero igual de enconadas.
El ya ex gobernador de Nueva York ha sido menos casto -o, quizá, menos cauto- y el vicio putañil le ha corrido del cargo. En Estados Unidos, ir de putas se paga (en Estados Unidos y en toda tierra de garbanzos), aunque es un pecadillo que acaba perdonándose. En cambio, el putear a la verdad resulta imperdonable y te sepulta en lo más hondo del infierno del Dante. Y no porque la herencia de los Pilgrim Fathers sea el puritanismo mojigato, sino porque un político que miente a troche y moche y condecora la testuz de sus conciudadanos es un intruso en el sistema democrático. Una cosa es vivir a cama puesta y entregarse de lleno al «ars amandi» y otra presumir de no haber roto un plato mientras bailas con lobas, pendones y tarascas.
A Eliot Spitzer se le han llevado los diablos no tanto por putero como por falsario. No por violentar el sexto mandamiento tirando de chequera con desahogada contumacia, sino por practicar la hipocresía, que -esa sí que sí- es una práctica nefanda. No por berraco, sino por bellaco. Visto desde este lado del Atlántico, el linchamiento público del rijoso gobernante se presta más a la efusión de moralina que a la reflexión moral en la que habría que enmarcarlo. El señor Zapatero, por ejemplo, no parece que sea un candidato a verse revolcado por un lío de faldas y, sin embargo, si fuera por mentir, en vez de en La Moncloa, estaría en el paro. Pero en España el síndrome Bisbal -que es más letal, incluso, que el de Chiquilicuatre- todavía nos tiene embelesados: «Miénteme, castígame, enloquéceme... ¿Cómo decir que soy un tonto enamorado?». De aquellos polvos vinieron estos lodos; del furor masoquista, Zerolo y sus orgasmos. Y si ahora nos llevan cual puta por rastrojo, será que nos vendemos demasiado barato.
Al señor Zapatero hacer cochinaditas con los hombres de paz y los encapuchados no le ha costado un chavo mientras que el tal Spitzer se ha buscado la ruina por atracarse bombones servidos por catálogo. Uno se ha escabullido entre abucheos; otro ha salido bajo palio. Mas la indecencia les salpica a ambos, aunque Spitzer, encima, haya quedado retratado como un chisgarabís y un mentecato. Quevedo reunía a las busconas, las damas de alquiler, las mujeres al trote, las ninfas del común y las de toma y daca, bajo la denominación universal de «cotorreras», en riguroso y barroco castellano. Y, siendo evidente que entre las cotorreras la discreción se encuentra desahuciada, puso coto a sus lenguas en una célebre premática que regula el mercado del fornicio y el código deontológico de las profesionales. «Vos apremiamos -exigía- a que no llaméis a los títulos por sus estados, diciendo: «Bueno estuvo Almazán; mucho debo a Fuensalida; galán salió Fuensaldaña» sino que estéis obligadas a decir: el duque, mi señor; el marqués, mi señor; el conde, mi señor...». Cuatro siglos después, el ex gobernador de Nueva York ocuparía el sitio de Almazán, o el de Fuensalida, o el de Fuensaldaña. Hombres hay a porrillo, nombres sólo unos cuantos y el suyo, justamente, salía en los diarios. ¿Qué iban a hacer las cotorreras? Lo natural, cotorrearlo.
Spitzer ha mentido, le han trincado y se acabó lo que se daba. Lo malo es cuando el afrodisíaco del poder se sube a la cabeza en lugar de a los bajos. «Verbigratia»: es suficiente avizorar a Zapatero para saber que la cosa está que arde. ¿A ver si va a ser eso lo del cambio climático?
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