La gemela fallecida de Sallent a su abuelo: «No quiero pasar otro año en este país»

La tragedia sorprendió a la familia sobre las cuatro de la tarde, cuando las adolescentes se lanzaron al vacío desde su habitación, situada a una altura de tres pisos. La caída resultó mortal para Alana, que falleció al momento; no así para Leila, que resultó herida muy grave. Al cierre de esta edición seguía hospitalizada y, aunque está estable, probablemente requiera más operaciones durante los próximos días.

Las especulaciones no se hicieron esperar y, desde el primer momento, se habló de una caída voluntaria. El abuelo de las pequeñas explica a ABC que hace dos meses Alana lo llamó por teléfono llorando. Confesó entre lágrimas que lo echaba mucho de menos, a él y a su país, y dijo que, en el colegio, cuando veía dibujada Argentina en el mapamundi «sentía muchísima nostalgia». «Abuelo, no quiero estar más acá, no quiero pasar un cumpleaños más en este país, quiero estar en tu casa», lloraba.

Supuestamente, como hicieron saber a este diario alumnos del instituto de las menores, el Llobregat Sallent, Alana y Leila sufrían acoso por parte de un numeroso grupo, instigado sobre todo por tres chicos de su mismo curso, primero de la ESO. Se burlaban de ellas por el acento argentino y su carácter temperamental; pero lo hacían, sobre todo, por la identidad de género de Alana, que «quería ser un chico y le llamaran Iván», según aseguran sus compañeros.

Desde Argentina, la familia asegura no tener conocimiento de un hipotético cambio de género, a pesar de que, según explican, podría tener sentido dado el carácter de la menor. La tía de las hermanas, Maga, enseña a este diario una fotografía de Alana donde se aprecia el pelo corto que, según sus compañeros de clase, «se dejó para parecer un chico». Abatido por la tragedia familiar, el abuelo de las menores explica a este diario que los padres, Lucas y Maia, se mudaron con las pequeñas y su otro hijo, Amadeo, de 10 años, a Barcelona en 2020, un mes antes de la pandemia.

Dadas las circunstancias económicas y sanitarias que atravesaba nuestro país, les costó muchísimo encontrar trabajo. Pero acabaron asentándose en Sallent, un pequeño pueblo de 6.000 habitantes a 50 kilómetros de Barcelona, donde conocían una amiga de la familia.

«Los padres se habían separado por situaciones de pareja y volvieron a estar juntos. Estaban bien, contentos. No sé qué pudo detonar el trágico incidente. Claro está que tuvo que pasar algo en la escuela, aunque nunca me contaron nada. Quizá se les juntaron muchas cosas», apunta la tía de las menores, que envía otra foto de ella misma posando con las pequeñas en Mar del Plata, hace unos años. Ya en el nuevo pueblo, Maia, la madre de las niñas, encontró trabajo como camarera en la cafetería Zero, en la plaza Sant Antoni Maria Claret. Por otro lado, Lucas, el padre, estuvo de empleado, primero, en una pollería y, después, en una ferretería; hasta que recientemente se quedó sin trabajo.

Preguntado por Leila, que fue rápidamente trasladada al hospital, el abuelo asegura que la menor «sigue estable, luchando por su vida. Tiene los brazos quebrados, golpes en la cara y un pulmón comprometido».

Gustavo sostiene que Leila se arrojó junto a Alana por «solidaridad», tal y como confirmaría el contenido de las cartas que dejaron, adelantado por 'El País', unas misivas, además, en las que las gemelas decían a sus padres que no se sintieran culpables.

Dos días después del trágico suceso, el pueblo seguía sumido en un profundo horror y por las calles no se hablaba de otra cosa, pero empezaron a sucederse las reacciones políticas, empezando por la rectificación de la Consejería de Educación de la Generalitat. En un primer momento, salieron al paso alegando que el motivo que llevó a las niñas a saltar no había sido el acoso escolar, si no que podría deberse a problemas en el entorno socialy familiar; hipótesis que cuestionaron numerosos testigos recogidos por este diario entre el miércoles y el jueves. La consejería se retractó ayer comunicando que estudian ya todas las hipótesis.

Por su parte, el alcalde de Sallent, Oriol Ribalta, seguía ayer negando la hipótesis del 'bullying', y en una breve atención telefónica con ABC aclaró que dicha teoría «no se puede confirmar». «Dado que está bajo investigación no se descarta nada pero, de entrada, no hay hechos reales que indiquen que había acoso», apuntó. «Tenemos que entender que es un caso social complejo y por lo tanto apuntar a algo por un solo hecho es hacer caso omiso de la verdad», añadió. En esta misma línea dejó claro que en el Ayuntamiento no les consta que hubiera «una posible transfobia o xenofobia».

Ribalta recordó que desde los servicios sociales municipales se les estaba ofreciendo «para poder dar todo el apoyo social, educativo y psicológico necesario a las menores y su entorno».

«Esta red estaba activada, como un procedimiento de atención habitual», añade el alcalde. Se desconoce cuándo se pusieron en marcha los protocolos ni si esto fue a raíz de la petición de ayuda de la familia o por voluntad de la escuela. «Hacía tiempo que se estaba haciendo un seguimiento y tenían todos los recursos disponibles», insiste el alcalde, que deja entrever que, en ningún momento se pudo intuir que podría haber tal fatal desenlace. En paralelo, la Sindicatura de Greuges de Cataluña anunció ayer el inico de una investigación.