Obama vuelve a Luisiana en su tercer intento de parar la fuga de desconfianza
Barack Obama volvió ayer a Luisiana. Es su tercera visita desde que originó la crisis del vertido de crudo del Golfo de México. Es también la segunda vez que una cuestión de política interior le obliga a aplazar su anunciada gira a Australia e Indonesia. ... Primero tuvo que cancelar ese viaje para seguir de cerca el debate parlamentario de la reforma sanitaria, ahora para ver de parar que el desastre ecológico lo sea también político.
Mientras la petrolera BP trata de parar el vertido de crudo, Obama lucha contra el creciente vertido de desconfianza hacia su Administración. Ayer uno de los principales periódicos de Luisiana, « The Times-Picayune », le recibió con una editorial durísima en la que se le pedían cuentas de la imprevisión y la falta de vigilancia que han dado pie a esta catástrofe.
El presidente se escuda en el legado recibido de su predecesor, George W. Bush. Pero en Luisiana -gobernada por el que en su día soñó con ser el Obama republicano, el americano-hindú Bobby Jindal- rechazan que todas las responsabilidades puedan remitirse al pasado. Por ejemplo acusan a Obama de dar largas cuando la prensa de Nueva Orleans le ha preguntado qué planes tiene, si es que los tiene, para ceder a los estados afectados por vertidos como este un porcentaje de los impuestos que el gobierno federal recauda de las petroleras.
Antes de la explosión en la Deepwater Horizon, se hablaba de alguna posible cesión de este tipo a partir de 2017. Luisiana exige ahora que sea mucho antes, y en mucha mayor cantidad, para resarcirles de la masiva pérdida de puestos de trabajo y de ecosistemas. Un senador demócrata por este estado ha prometido impulsar legislación para que Washington renuncie hasta a un 40 por ciento de los tributos del petróleo que se recoge en el mar para los estados mártires.
¿Decidió Obama volver a Luisiana para hacer algún anuncio espectacular en este sentido? Los afectados no perdían la esperanza, más después de verle la noche anterior en una entrevista con Larry King. En ella el presidente habló de lo divino y lo humano y se declaró «furioso» con el vertido y con la gente que «ha tomado decisiones sin pensar en las consecuencias , que pueden poner en peligro la supervivencia de comunidades enteras por años». Su tono y sus palabras eran de agravio y no de disculpa, como de quien tiene muy claro que la culpa no es de la Casa Blanca.
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