Última noche en el Vicente Calderón para ver a One Direction en concierto

«Nos llamarán locas pero, al menos para nosotras, son perfectos y haría cualquier cosa por volver a verles de cerca», afirmaban Claudia Caña y Lichina Durán, dos joven jerezanas que consiguieron entradas para las dos actuaciones de la banda británica en la capital.

Su pasión por One Direction es la misma que la de miles de jóvenes que se protegían ayer de un sol abrasador bajo un mar de sombrillas y abanicos improvisados. «He hipotecado las pagas que me da mi abuelo de aquí a un año para poder venir», confesaba Marta García, con el saco de dormir bajo el brazo y la bandera del grupo atada al cuello.

«Verles a ellos merece la pena, pero también es muy bonito conocer a más gente con tus mismos interereses. Aquí te abrazas con desconocidos, cantas y lloras de la emoción porque lo sienten igual que tú», expresaba Ángela, de Alicante. «Esta es una experiencia que recordaré toda la vida», añadían un grupo de bilbaíanas que estaban cantando a su lado.

La mayoría son chicas y no superan la mayoría de edad, por eso, las acompañan sus padres, que también han sufrido por conseguir los pases. «Teníamos comprados los billetes del AVE Madrid-Sevilla antes de que nos confirmaran que las entradas eran nuestras», decía Carmen Santiago, de Sevilla, casi tan fan del grupo como su hija. Otros, incluso cruzaron el charco para ver a sus ídolos. «Su música es muy postiva y en el escenario son muy divertidos», contaban Daniel y Robert, dos californianos que adquirieron la entrada en la reventa .

El calor fue y será hoy otra de las muchas adversidades a las que se tendrán que enfrentar las fieles admiradoras de One Direction. No obstante, ni el sofoco, ni la incomodidad del suelo del estadio del Atlético de Madrid ni el ataque que sufrieron en mayo algunas de las jóvenes acampadas, evitarán que esta sea la última noche que duerman en el Vicente Calderón.