Vuelta al «cole» en ciudad lineal
«No descansaremos hasta que el pederasta esté entre rejas»
El inicio de curso escolar hace que los padres «extremen» las precauciones ante el delincuente más buscado
M. J. ÁLVAREZ
Miedo y preocupación. Son los adjetivos que más repiten los vecinos del distrito de Ciudad Lineal . La actuación del depredador sexual en serie mantiene en jaque a la Policía Nacional y en vilo a los padres, abuelos, tíos, y vecinos con niños pequeños en ... su familia. Con su vuelta a las aulas , el incremento de las precauciones de los progenitores es un hecho. «No hay que sacar las cosas de quicio; pero, la verdad, es que no descansaremos hasta que el pederasta esté entre rejas. Entonces respiraremos tranquilos», comentaban en un corrillo, varias vecinas en un desierto parque de San Juan Bautista el viernes pasado, justo en el lugar en el que el calificado como «enemigo público número uno de Madrid» cometió el segundo de los cincos casos que se le atribuyen el 10 de abril.
«No sé qué más podemos hacer. Organizarnos para llevarlas o recogerlas por turnos si nuestras hijas iban y venían solas del colegio o que las acompañen hermanos o compañeros mayores si trabajamos. Pero, hagamos lo que hagamos, ese delincuente parece estar al acecho y aprovecha el menor descuido. En los escasos segundos que tardas en abrir el bolso si suena el móvil puede actuar», subraya Eva, cerca de la puerta del Colegio El Buen Consejo.
«Todo el mundo está ojo avizos»«Todo el mundo está ojo avizor. Siempre se ven las mismas caras y en cuanto aparece alguna masculina no habitual, te fijas más de lo normal», explican María e Isabel, domiciliadas en el distrito, mientras toman un refresco en la terraza en donde estaba la madre de la niña española de 7 años secuestrada en abril. «Yo tengo nietos y estoy intranquila y asustada, como todos», subraya la segunda. «Hay una gran obsesión con este asunto, la sensación que tienen muchas personas es de inseguridad, aunque digan que hay más policías, aquí yo no he visto a muchos, asevera Alicia. Víctor habla incluso de que muchos tienen psicosis.
Dos profesoras del Buen Pastor explican que, aunque los directores se han reunido con la Policía y la Delegación del Gobierno, a ellos aún no les han transmitido ninguna instrucción. «Nosotras nos encargamos de alumnos de la ESO, que comienzan las clases el próximo jueves. Seguro que lo harán el martes, cuando empiezan los alumnos de Infantil y ESO».
Lo que sí están notando los residentes del distrito es que ahora los pequeños salen más tarde a las zonas verdes. «Si hay poca gente están poco tiempo. Esperan a que esté concurrido; sus responsables se deben sentir más seguros», agrega Ajit, un padre de origen indio con un niño de 2 años que acude a una guardería cercana.
«Los niños, más vigilados»
«Todos los críos, hasta los 11 años, están muy controlados por sus padres y abuelos. La gente, si ya estaba pendiente, ahora extrema las precauciones. A los hijos hay que tenerlos siempre al lado y ocuparse de ellos y ahora, no cabe duda, están más vigilados que antes», asevera Patricia.
Esmeralda, una joven madre con su hija en brazos, explica que «en la zona nadie se separa de los pequeños. Tenemos miedo y estamos atemorizados. Es una pena, pero es así. Yo me preguntó por qué ese delincuente actúa en esta zona, si vive aquí, si ha pasado a mi lado y no me he dado cuenta...». No obstante, ella y Ajit sí han notado la continúa presencia policial.
«Ojalá pague por todo el daño que está causando»Lourdes y su hija acaban de salir del Colegio San Juan Bautista. «Ella es mayor; hará 4º de ESO. En casa le hemos recalcado desde niña que no hable nunca con extraños y que grite y corra si la intentar alcanzar. Siempre ha habido vecinos histéricos y pienso que ahora se están contagiando unos a otros. Hay que mantener la calma y esperar a que la Policía atrape a ese mal nacido». «Que pague por todo el daño que está causando», añaden todos.
En el parque Calero, otra de las zonas en las que actuó el depredador hace un año, Victoria recalca que ella vigila no solo a su hijo sino a los de los demás, ya sean chicas o chicos. No puedo evitarlo, estoy nerviosa y eso que hay Policía a caballo y en moto».
Otro padre, sujeta la bici de su hija de 11 años. «Estaba empezando a ser más independiente, pero ahora todo eso se ha acabado». Esther, una dominicana —como dos de las víctimas del pederasta–, explica la indignación de sus compatriotas .«Que no caiga en sus manos; no sé lo que le harían». Relata que su hijo, de 18 años, va a recoger todas las noches a su hermana mayor, de 20, hasta la estación de metro «por si le pueden hacer algo».
«No descansaremos hasta que el pederasta esté entre rejas»
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