Piratas del cobre: Un alijo de una tonelada de cable, oculto en la Cañada Real Galiana

La mayoría del saqueo lo sufrió el Canal de Isabel II. Hay nueve detenidos: los seis autores de los robos y los tres compradores españoles

Piratas del cobre: Un alijo de una tonelada de cable, oculto en la Cañada Real Galiana abc

m. j. álvarez

Los piratas del cobre han vuelto. Tras un periodo de letargo, dado que esta modalidad delictiva está en horas bajas, la Guardia Civil ha detenido a nueve integrantes de una red dedicada al robo y a la compra del cable de cobre sustraído, principalmente, ... en instalaciones públicas. El material estaba oculto en una chatarrería situada en una zona del poblado de la Cañada Real Galiana, en donde se recuperó una tonelada de cable . Su valor real en el mercado asciende a los 7.000 euros, según la cotización del London Metal Exchange (LME).

La cantidad decomisada en esa instalación «fantasma», lista para darle salida en el mercado ilegal, da una idea aproximada de los kilómetros y kilómetros de cable que han podido sustraer y vender desde que comenzaron las investigaciones el pasado febrero.

De los arrestados, seis de ellos, de origen rumano, eran los encargados de realizar las sustracciones (se les acusa de ocho); mientras que los tres restantes, españoles, eran los receptadores de la mercancía.

La Guardia Civil localizó la nave en la que almacenaban el material que después era comprado por los encargados de una chatarrería ilegal de la Cañada. Está regentada por el trío autóctono. Además, los agentes intervinieron las herramientas empleadas para apoderarse del metal, cinco vehículos que utilizaban para delinquir y diverso material informático.

Humanes, Brunete, Ávila...

El origen de la investigación fue el robo cometido en una empresa de prefabricados de Humanes (Madrid), en donde sustrajeron dos transformadores y cable de cobre, provocando unas pérdidas económicas de 300.000 euros. De todos ellos, destacan el saqueo que sufrieron las instalaciones del Canal de Isabel II Gestión. , de la localidad de Brunete, así como el de la estación de bombeo de la misma empresa, situada en la urbanización Navapark de Navahondilla (Ávila). El «modus operandi» de esta organización delictiva era siempre el mismo. Tras elegir el lugar adecuado para actuar, sus miembros se desplazaban en varios vehículos para después romper el vallado perimetral e inutilizar las alarmas. Siempre «trabajaban» de noche y en zonas aisladas, a fin de no ser descubiertos.

A fin de cubrirse las espaldas, no dudaban en atravesar el campo para darse a la fuga en caso de detectar la presencia policial. Eso ocurrió en una ocasión cuando, al ser interceptados por la Guardia Civil, abandonaron los coches, repletos ya de cable, y emprendieron la huida a pie.

Tras el robo, empezaba la segunda fase: se encaminaban a descampados y zonas de difícil acceso, en donde quemaban las carcasas del cable –el plástico que lo recubre–, para trasladarlo a la nave industrial, situada en Madrid, completamente limpio.

Coches lanzadera y cita

Para esta tarea, la red utilizaba vehículos lanzadera, con el fin de alertar de la presencia policial y garantizar que los coches que portaban la carga llegaran a su destino: el almacén. Ahí, un miembro de la organización se encargaba de las tareas de vigilancia para no correr riesgos.

Si el proceso salía bien, el siguiente paso era acudir a un lavadero, para limpiar los turismos de los restos de barro y polvo acumulados y planificar el siguiente golpe. Una vez que el cable de cobre estaba en la nave, los gestores de la chatarrería de la Cañada adquirían el material, que luego revendían en el mercado negro. Estos tres sujetos, viejos conocidos de la policía, ya habían sido investigados y detenidos por hechos similares.

Aunque el robo del cable de cobre ya no es un negocio tan redondo como antaño –entre otras cosas por que han surgido otros metales más valiosos y por las cantidades esquilmadas–, sigue dando juego para algunos. Su precio en el mercado ilícito ronda los 6 euros el kilo si está limpio y dos si va provisto de la carcasa. Esta operación, aunque importante, no tiene nada que ver con las de hace años, cuando en 2011 se decomisaron hasta 129 toneladas.

Piratas del cobre: Un alijo de una tonelada de cable, oculto en la Cañada Real Galiana

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