madrid
De profesión, ladrones de droga
La Udyco Central tiene controlados en Madrid cinco grupos criminales especializados en asaltos a depósitos
CARLOS HIDALGO
Los expertos en la lucha contra el narcotráfico reconocen que desde hace un tiempo se están produciendo más «vuelcos»: robos de alijos de droga, sobre todo a otras bandas organizadas , que suelen acabar con violencia y, a veces, con la muerte. Esos asaltos, en ... los que se «levantan» varios kilos de cocaína, están creciendo. Otro asunto son los grupos especializados en asaltar depósitos judiciales o contenedores marítimos de puertos como el de Valencia, donde los botines son muy superiores, de hasta varios cientos de kilos. Su valor en el mercado asciende a millones de euros.
Los especialistas del Grupo I de Crimen Organizado de la Udyco Central son grandes conocedores del tema. Ellos detuvieron al capo español por antonomasia, Ángel Suárez Flores, «Cásper» , y a su banda. Los delincuentes se enfrentan a una suma de penas cercana a los mil años de cárcel, y están a la espera de juicio en la Audiencia Nacional.
También el Grupo I de la Udyco se encargó de meter entre rejas, hace menos de dos meses, a quien en su día fuera pupilo de «Cásper». Hablamos de Roberto Anaut, «El Dragones» . Este madrileño de 35 años, que regenta el restaurante Burger Lobby de Boadilla, fue pillado «in fraganti» junto a sus hombres cuando robaba 310 kilos de estupefacientes en Valencia. El botín era de 3,6 millones de euros en cocaína, marihuana y hachís.
Cada vez más habitual
La de Anaut es una de las cinco bandas de este calibre controladas en Madrid. La cifra se duplica si nos referimos al conjunto de España. El término «vuelco» viene del argot delictivo de Suramérica, donde arrancó este tipo de ilícitos. En España, comenzó a repuntar en 2007. Los traficantes ven más rentable robar a otros narcos, pues se ahorran los gastos de infraestructura, logística y captación de información que un buen «pase» desde Colombia a España suponen. «Se saltan así toda la cadena y, además, las víctimas de este tipo de asaltos no suelen denunciarlo, por razones lógicas», explica un inspector.
Además de la banda del «Dragones», operan desde Madrid los grupos presuntamente liderados por Francisco Javier Martín Sáez, más conocido como «Niño Sáez» , y el de Juan María Gordillo Plaza, «Niño Juan». Antes de llegar al punto en que están ahora, todos fueron primero aluniceros, especialistas en el robo con fuerza en establecimientos empotrando contra sus escaparates coches robados de gran cilindrada.
Así es como sumaron una ristra de antecedentes más larga que su capacidad para pisar el acelerador. Luego, cuando la Policía ya les tenía más que «marcados», se metieron a butroneros, perpetrando asaltos millonarios en joyerías de la Milla de Oro madrileña, pero también en otras provincias del país. Su capacidad para el delito fue a más, hasta convertirse en «artistas» de la lanza térmica, su herramienta favorita para reventar cajas fuertes y acorazadas.
Ahora, cuando la mayoría ya ha llegado a la treintena de años, se han pasado a los «vuelcos», una modalidad más arriesgada, sofisticada y que requiere de contactos que compren los alijos y los muevan por el mundo de la noche. Paralela a esa actividad delictiva está la del blanqueo de capitales, imprescindible para lavar el dinero de la droga. Cuentan con empresas pantalla como restaurantes, talleres mecánicos o negocios de compra-venta de vehículos. Hay que tener en cuenta que el kilo de droga robada suele venderse por unos 30.000 euros. Un «business» de lo más jugoso.
El «modus operandi» es siempre muy similar. Con técnicas parapoliciales, en muchos casos. La banda obtiene información acerca de dónde está ubicado el depósito en cuestión. Ha ocurrido en Huelva, Málaga, Algeciras, Valencia... El chivatazo puede venir por un «santero», alguien que maneja datos porque trabaja en la instalación o porque está relacionado con los sistemas de seguridad instalados. En el caso de la capital del Turia, por ejemplo, había compinches del puerto.
Una vez cuentan con la información y sabiendo dónde se esconde un alijo importante, realizan las vigilancias, control de horarios y de establecimientos próximos... Por ejemplo, en Valencia, cerca del depósito hay una discoteca y algunos de los delincuentes huyeron hacia el grupo de chavales que había en la puerta del local, para perderse entre el gentío... pero la jugada les salió mal.
Grupos organizados
Estas bandas no son pequeñas. Suelen contar con entre siete y doce miembros. Dos o tres son los que perpetran físicamente el robo; otros tantos vigilan, y el resto se encarga de obtener la información previa.
Utilizan coches con las matrículas robadas («Cásper» tenía a sueldo a gente de concesionarios que le facilitaban vehículos) y desactivan los sistemas de seguridad. Incluso, como en el caso del «Dragones», esperan minutos a ver si acude la Policía. Van «armados» con lanza térmica. Es complicado conseguir las varillas de esta potentísima herramienta, por lo que las piden a empresas que las venden como si fuese una compra ordinaria. Tardan apenas una hora en abrir la caja fuerte. En dos, Anaut ya tenía cargada toda la droga en un BMW ranchera y en otros vehículos. La idea era llevarla a Madrid, guardarla dos días (para dejarla «enfriar») y venderla. Incluso ya tenían compradores a gran escala, como Alejandro Salgado, «El Tigre».
Así obtienen un beneficio pleno y pasan de vivir en Carabanchel, Aluche, Orcasitas, Villaverde o La Fortuna a comprar chalés, normalmente en la zona de La Sagra y Seseña.
Por cierto, si les apresan, nadie sabe nada: «Me llamaron para hacer un agujero, pero no sabía para qué era...».
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