Los descuentos para residentes

Y lo hacen no sólo el de estas islas, que en cuestiones del pedir —como en las del querer— hasta el más torpe hace un reloj de madera que funciona. Los nacionalistas confesos y los que aspiran a serlo dentro de un nuevo diseño de confederación pop a la carta y asimétrico, apoyan sus reivindicaciones económicas hablando siempre de maltrato, incomprensión o deuda histórica. Eso siempre que el dinero sea de otros, España o Europa, pero lo administren ellos.

En estos días, dentro del imprescindible recorte de gastos que ha de hacer el Estado, si no se quiere entrar en la ruina total y poder seguir financiando los servicios públicos más esenciales, la partida dedicada a subvenciones al transporte se está revisando a la baja, y no sólo en Canarias, también en Baleares, Ceuta y Melilla.

Fomento lanza un globo sonda sobre las bonificaciones, aquí se rasgan las vestiduras, con gran alborozo entre los mercaderes de las ropas que han de reponer por los excesos de émulos fariseos.

Paulino Rivero no pierde ocasión de decir algo contra Madrid, aunque sea una cosa y su contraria en la misma frase. Según la RTVC, ha afirmado que ante la supresión del descuento de residente en los billetes de barco y avión, y limitar a 60 euros la bonificación, no cabe resignarse.

¡Quién me albarda este cangrejo, que voy por agua a la mar!, es exclamación dicha ante una situación epatante y contradictoria, antaño muy oída en La Gomera. Parece decir que no se resigna ante ninguna de las dos cosas, pero salvo para el que lea, oiga en este caso, entre líneas, no es lo que dijo. Además, entre líneas, muchos sólo vemos espacios en blanco.

La solución ideal para que Madrid siga subvencionando indiscriminadamente los pasajes de avión, la ha encontrado Rivero con la aquiescencia de los hoteleros, sector aplaudidor agradecido: la limitación del precio máximo del billete para las compañías aéreas. También el pasaje de barco, aunque no se hable apenas de ello porque, al parecer, viajar por mar si no es en yate, es cosa impropia de nuevos ricos.

Lo que no dice es que si ese precio se fijara por debajo del de mercado en libre competencia, las compañías aéreas dejarían de volar a Canarias, salvo que les compensaran la diferencia con cargo a todos los contribuyentes, viajen o no. En suma, hacer un pan con unas tortas, que por supuesto, las tortas las ponen y se las llevan en sus bolsillos todos los españoles.

Y, por favor, la excusa, que no la razón del dislate, no puede ser a estas alturas repetir que la Renfe y el AVE también están subvencionados. Si una cosa está mal, la otra peor y hay que acabar con ambas. La regulación excesiva y la falsificación de los precios de mercado acaba llevando al sector a la agonía lenta. Milton Friedman, en su libro “Libertad de elegir” , lo ilustra perfectamente con el caso de los ferrocarriles americanos.

Sea cual sea el resultado de la negociación entre Fomento y los afectados, la política de subvenciones, bonificaciones y otras martingalas que conducen al mismo efecto, debe acabarse de una vez para todos los sectores económicos.

Y debe finalizar porque distorsiona la libre competencia, perjudica a corto, medio y largo plazo al consumidor y porque proporciona al político una vía legal, aunque no sea ética, de favorecer a grupos específicos minoritarios pero con gran capacidad de presión.

Si una bandera de la izquierda, y de cierta derecha acomplejada, es “que paguen los ricos”, ¿cómo justifican coherentemente bonificaciones indiscriminadas para todos, incluso para quien viaja en primera clase y se lo puede permitir?