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UNA RAYA EN EL AGUA

Discopolítica

Esta moda parece aconsejada por un asesor desesperado: si no tienes nada que decir sube la música y muévete con desparpajo

Ignacio Camacho

DESDE que la televisión secuestró la política para convertirla en un debate de tertulianos, los dirigentes convencionales andan en busca de una reconversión como estrellas del espectáculo. Se suben a tirolinas, intervienen en «Sálvame», participan en los lates shows o abren a las cámaras ... la intimidad de sus cuartos de baño. Estamos en la fase paroxística de la banalidad que Neil Postman pronosticó en «Divertirse hasta morir» hace veinticinco años. La última moda del buenrollismo televisivo es la danza, que sustituye el vacío de ideas y hace rodar por las redes sociales vídeos con estudiada apariencia de espontáneos. El último mitin del PSC en Barcelona no anunciaba discursos sino cabriolas: «ven a bailar con Iceta» decían los reclamos. Lo peor es que el candidato tuvo éxito; sin soluciones que aportar se abrió paso con una popularidad discotequera de travolta periurbano.

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