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Pulso peligroso

Putin llegaba a París sobre todo como señor de una guerra propia para salvar a Al Assad

Herman Tertsch

Las reuniones de la diplomacia solo sirven a veces para mostrar su propia irrelevancia. Porque otros acontecimientos modifican con celeridad la realidad sobre la que ha de hablarse. Así fue ayer en París. Vladimir Putin acudía como interlocutor. Cuando hay peligro de que pueda ser ... de repente enemigo. Sobre todo en Siria. Aviones rusos y franceses se cruzan en el aire. El espíritu de la Guerra Fría se había asomado con Ucrania, con Siria ya está aquí. Putin es previsible. Allá dónde hay debilidad occidental, irrumpe con su ágil matonismo. En principio no le ha salido mal para retornar al centro del escenario internacional después de su debilidad y marginación desde su anexión de Crimea. Putin y François Hollande hablaron de sus respectivas intervenciones militares en Oriente Medio, tan diferentes ellas. Por la tarde, Putin y Hollande y la canciller Angela Merkel y el presidente ucraniano, Petro Poroshenko. Todo indica que Rusia, pese a lo firmado en Minsk, tiene intención de mantener, cuando no expandir, su ocupación militar.

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