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EL ÁNGULO OSCURO

Derechos sociales

La universalización de estos derechos de bragueta ha sido la morfina del progresismo para apretarnos las clavijas

Juan Manuel de Prada

Señalábamos en un artículo anterior que la morralla ideológica que ha auspiciado la llamada –según expresión acuñada por Sade en La filosofía en el tocador– «extensión de derechos» es, en su más desnuda esencia, un subterfugio para distraer la atención de la injusticia social. No ... hay más que leer a Suetonio para descubrir que los césares, para mantener aplacados y dóciles a sus esclavos y poder después apretarles las clavijas, los ponían –con una sonrisa paternal en los labios– a joder como conejos. Luego esta técnica sería perfeccionada en la modernidad, que puso a sus esclavos a joder como conejos, impidiendo sin embargo que se reprodujeran como tales, según la profecía de Chesterton: «No tardará en proclamarse una nueva religión que, a la vez que exalte la lujuria, prohíba la fecundidad». Esta nueva religión avizorada por Chesterton (aunque ya proclamada previamente por Sade, con su «trinidad exultante de anticoncepción, sodomía y aborto») es lo que el progresismo contemporáneo llama «nuevos derechos sociales», que no son sino derechos de bragueta; y su entronización no tiene otro objeto que mantener aplacada y dócil a la «ciudadanía» esclavizada.

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