HORIZONTE
Revilla, el libidinoso
De pedir perdón por cobrar de los presupuestos públicos mientras se solaza con pornografía, ni palabra
Ramón Pérez-Maura
Proclamó orgulloso que perdió la virginidad en el barrio de «La Palanca» de Bilbao, lugar donde era mejor no ser visto. Ahora le pilla Andrés Fernández, fotógrafo de «El Diario Montañés», deleitándose con unas fotos pornográficas de «Interviú», y reacciona diciendo que «toda la bancada ... del PP me hizo fotos y hoy soy la comidilla de España. ¡Qué hipócritas! Yo no robo, no he colocado a ningún pariente ni adjudicado una obra con intereses ocultos en dieciséis años de Gobierno (...) Tal vez por eso especulan ahora con la señora en bolas que aparece en la revista. Pero mi etapa libidinosa ya pasó». De pedir perdón por cobrar de los presupuestos públicos mientras se solaza con pornografía, ni palabra. Y lo que sí declara no tiene desperdicio.
Yo no dudo de la honorabilidad de la familia de don Miguel Ángel Revilla Roiz. Familia no muy numerosa, por cierto. Pero entre sus familiares es digno de mención su cuñado, Luis Díaz Abella, hermano de doña Aurora Díaz Abella, ex primera dama regional. Y el nombre de éste ha aparecido en público precisamente cuando se ha investigado la actividad de la Sociedad Cántabra de Promoción Turística (Cantur) durante el mandato de Revilla. Cualquiera que visite Cantabria habitualmente sabe que allí hay una marca de café local que casi monopoliza el mercado. «El Dromedario» es su nombre. Pero ¡oh, casualidad! «El Dromedario» perdió la contrata de todos los centros de Cantur cuando era presidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla. ¿Lo ganó «Nescafé»? ¿Tal vez «Marcilla»? ¿Sería «Saimaza»? No. Fue «Cafés Calderón», acreditada firma que pertenece a un socio de Luis Díaz Abella, el cuñado del señor Revilla. Revilla aclaró ante el Parlamento que él no tenía por qué saber lo que hace su cuñado, y como no lo sabía, en cuanto el regionalista perdió el poder, Cantur ha vuelto a despachar «El Dromedario». Una injusticia.
Pero fuera de la familia de Revilla también hay mucho donde mirar. El caso más interesante es el de Sergio Vélez, dueño de «Puzzle Producciones», la firma que llevó las campañas electorales del partido de Revilla. A lo largo de los gobiernos del autodeclarado exlibidinoso al que Vélez ayudó a conquistar el poder, su empresa facturó diez millones de euros en contratos menores sin concurso público. Él hacía jardinería, soldaduras, mercadeo o mensajería. Es célebre la factura de 300 euros por llevar un sobre del Mercado del Este a la calle Vargas en Santander. Menos de un kilómetro. Tal vez por casualidad en una nave de Vélez aparecieron 80 obras de arte que faltaban al Gobierno regional. Pero eso sí, Vélez no es familia de Revilla, sólo es beneficiario del que se dispone a ser la nueva estrella de Mediaset con un programa de televisión a su medida. Una alianza natural: Revilla y Berlusconi. Dos hombres de principios.
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