Trump utilizará sus problemas judiciales para embarrar la campaña de 2024
En el caso de los documentos clasificados, los fiscales buscarán que se celebre un juicio lo antes posible
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Iniciar sesión«Quieren quitarme mi libertad porque yo nunca dejaré que os arrebaten la vuestra». Donald Trump destiló en esta frase su campaña electoral para las presidenciales de 2024. Lo dijo desde su club de golf de Bedminster (New Jersey) el martes por la ... noche, después de una jornada histórica, una más. Unas horas antes, en la planta decimotercera de los juzgados federales de Miami (Florida) se había convertido en el primer expresidente en ser imputado con delitos federales por el escándalo de los documentos clasificados que se llevó de la Casa Blanca a Mar-a-Lago, su residencia en Florida, tras dejar la Presidencia.
Trump esposaba en esa declaración su batalla judicial y su batalla política: sus problemas con la justicia –«persecución política», «caza de brujas», desde su punto de vista– son en esencia la razón para votarle. El expresidente ya ofreció una línea similar la semana pasada, un día después de conocerse el escrito de imputación, en el que se detalla cómo Trump retuvo de forma deliberada secretos y documentos clasificados de la más alta sensibilidad –programas nucleares, planes del Pentágono de ataques a rivales, entre otros– y cómo buscó obstruir la acción de la justicia para no devolverlos.
«Al fin y al cabo, ellos (en su relato: Joe Biden, el Departamento de Justicia, las élites) no viene a por mí. Van a por vosotros, yo solo estoy en medio», aseguró entonces. Esto era también una idea recuperada de su campaña de 2020, en la que perdió las elecciones frente a Biden, cuando todavía no estaba imputado por ningún delito: «Soy lo único que queda en pie entre el 'sueño americano' y la anarquía total, la locura, el caos», dijo en un mitin en agosto de aquel año.
Prima Donald
Pedro RodríguezEl día de la imputación fue un ejemplo de la inseparabilidad del juzgado y de la caravana electoral en la campaña Trump 2024. Al mediodía estuvo delante del juez, callado, escuchando una acusación por la que, si resulta condenado, podría pasar el resto de su vida –ayer Trump cumplió 77 años– en la cárcel. Inmediatamente después, fue recibido por una multitud de seguidores a las afueras del juzgado.
De camino al aeropuerto, paró en Versailles, un restaurante emblemático de la comunidad cubana en Miami, cita obligada para cualquier candidato político, donde los parroquianos le gritaron «¡presidente, presidente!» en español y se fue poco después de proclamar «¡comida para todos!». Por la noche ya estaba en Bedminster, en un mitin sombrío y agresivo: «Si los comunistas se salen con la suya en esto», aseguró en referencia a Biden y sus aliados políticos, «no pararán conmigo. No dudarán en intensificar su persecución de los cristianos, los activistas contra el aborto, los padres que van a los consejos escolares o incluso candidatos republicanos en el futuro».
Un verano de mociones
Esta será la realidad de los próximos meses para Trump, una campaña a golpe de mitin y de procedimientos judiciales. En el caso de los documentos clasificados, los fiscales buscarán que se celebre un juicio lo antes posible; los abogados de Trump tratarán de alargarlo al máximo. Durante el verano, interpondrán mociones para desestimar los cargos y evitar su procesamiento, algo que parece complejo. Y que probablemente se solape con el primer puerto de montaña de las primarias republicanas, el primer debate entre candidatos, previsto para el próximo 23 de agosto. Allí será inevitable que los moderadores y los rivales interpelen a Trump sobre sus cuitas judiciales. Como también lo será el goteo interminable de noticias sobre sus investigaciones. Porque queda mucho más que el caso de los documentos clasificados.
Trump enfrenta otras dos investigaciones federales –una en Georgia sobre su intento de dar la vuelta a los resultados de 2020, otra en Washington que incluye su papel en el asalto al Capitolio de enero de 202– que podían acabar en nuevas imputaciones, además de la que ya tiene en la jurisdicción estatal de Nueva York. Allí fue acusado en abril de delitos relacionados con el pago para silenciar una relación extramatrimonial con una actriz porno poco antes de las elecciones de 2016. Ese caso está previsto que vaya a juicio en marzo, en el momento cumbre de las primarias republicanas.
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