Sucedió en Vilna

Asimismo, tal postureo contra la tasada modulación del apoyo militar aliado a las tropas ucranianas tiene una finalidad doméstica: presentar a la OTAN como copartícipe en la responsabilidad por la falta de éxitos significativos de la contraofensiva.

Entre las serpientes veraniegas (motín Wagner y puente de Kerch, entre otras), quizás la de mayor calado sea la de las municiones de racimo, de las que el presidente Joe Biden anunció, antes de la Cumbre, estar dispuesto a transferir a Ucrania. Al parecer, tal entrega ya habría comenzado. Se desconoce, por el momento, hasta qué punto ese nuevo municionamiento equilibrará la balanza artillera entre Rusia y Ucrania, que es altamente favorable a la primera. Por el contrario, sí puede concluirse que los espacios ucranianos siguen constituyendo el más provechoso y amplio campo de experimentación y maniobras, para las industrias de defensa tanto occidentales como rusas.

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En todo caso, la entrada en escena de las municiones de racimo, que no baten objetivos concretos sino zonas y, además, envenenan el terreno, es muy mala noticia tanto por la carga escalatoria que suponen, como por el latente peligro que su empleo tiene para la población civil. Por ello, prácticamente, todos los miembros de la Alianza son firmantes (EE. UU. y Turquía no lo son) de la Convención sobre municiones de racimo de 2010, que prohíbe su producción, almacenamiento, uso y transferencia. La ministra de defensa, Margarita Robles, cuatro días antes de la Cumbre, salió al balcón electoralista para publicitarse firmemente en contra de la decisión norteamericana.

Sin embargo, sin mayores aspavientos, el tema circuló sigilosamente y de puntillas por los pasillos de la Cumbre con la coartada de «no haber posición común» (Stoltenberg dixit). Y es que donde manda capitán no manda marinero, doña Margarita.

SOBRE EL AUTOR

pedro pitarch

El autor es teniente general retirado del Ejército de Tierra. Fue jefe del Eurocuerpo y de la Fuerza Terrestre y director general de Política de Defensa en el Gobierno de Zapatero. Ocupó la jefatura de la División de Estrategia y Cooperación Militar del Estado Mayor de la Defensa, así como de la División de Logística del Mando Supremo de la OTAN.