Madres de desaparecidos en México: «No queremos morirnos sin encontrarlos»
El colectivo Familias por nuestros desaparecidos de Jalisco acaba de recibir el IX premio Derechos Humanos Rey de España, que reconoce su labor de búsqueda y localización, así como el acompañamiento y el consuelo a los familiares de las víctimas
El Gobierno de López Obrador acumula más de 44.000 desaparecidos, que suman una cifra total de 112.000
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Iniciar sesiónA Guadalupe Aguilar le cambió la vida el 17 de enero de 2011, cuando desapareció su hijo José Luis Arana en la localidad de Tonalá, en el estado mexicano de Jalisco. Trece años después no sabe lo que sucedió aquel día, pero en ... ese momento decidió que ella lo buscaría, «porque las autoridades están sordas, ciegas y mudas ante este flagelo, pero aún así después de todos estos años aún no sé qué sucedió con mi hijo», relata a ABC la fundadora del colectivo Familias unidas por nuestros desaparecidos en Jalisco (Fundej). Lo hace pocas horas después de recibir de manos de Felipe VI el IX premio de Derechos Humanos Rey de España, concedido por el Defensor del Pueblo y la Universidad de Alcalá de Henares. Dotado con 25.000 euros, que Fundej utilizará para pruebas de ADN, el galardón reconoce a los desaparecidos de México y, por extensión, a los de todo el mundo; así como a todas las asociaciones de víctimas y a familiares de víctimas de desaparecidos.
José Luis desapareció cuando iba en su vehículo de su casa al trabajo. «Pero nunca jamás volvimos a saber de él. Su auto lo encontramos en el estado de Colima. Mi hijo tenía 34 años y dejó en el desamparo a dos pequeños de cuatro y dos años; estos niños aún lloran para que su padre regrese algún día», continúa explicando Aguilar, que se cubre la cabeza con un pañuelo verde, símbolo de vida y de esperanza, mientras sostiene entre sus brazos una fotografía de José Luis.
El colectivo Fundej nació en 2013 con el fin de buscar, localizar, asesorar y acompañar a los familiares de las víctimas. Empezó con siete miembros, posteriormente subieron a 30 y actualmente pertenecen a él más de 400 familias. «Fue creciendo, así como ha crecido la violencia en mi país, así como ha crecido el número de desaparecidos. Es una verdadera tristeza que Jalisco, el cual es referente del folclore mexicano, sea también referente de violencia y de 15.000 desaparecidos desde el 2006». Este dato convierte a este enclave, donde reina el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), en el estado con más desaparecidos en México, un país que suma una cifra total de 112.000, según las cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB). Una tragedia que se «ha acrecentado en el último sexenio», afirma Aguilar. Afirmación que el actual presidente, Manuel Andrés López Obrador, rechaza, rebajando la cifra a algo más de 12.000 desaparecidos, señala esta madre que se ha convertido en referente y en inspiración para muchas otras que están sufriendo su mismo calvario.
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Una de ellas es Guadalupe Ayala, para quien la pesadilla comenzó el 26 de septiembre de 2019, cuando desapareció su hijo Alfredo Ezequiel Campos. A diferencia del hijo de Aguilar, el de Ayala ya no está en los registros de desaparecidos, pues sus restos desmembrados aparecieron en una fosa. «En ese lugar fueron encontrados muchos segmentos de desaparecidos», recuerda Ayala.
En México se ha convertido en algo habitual que los medios informen casi a diario de nuevas fosas clandestinas encontradas con restos humanos en alguno de los estados más violentos del país. Según datos de la Fiscalía General de la Procuraduría (FGR), desde 2006 hasta abril de 2023 fueron halladas 2.863 fosas clandestinas. El número mayor se sitúa en los estados de Tamaulipas, Chihuahua, Guerrero, Sinaloa y Jalisco. Entre 2018 y 2023, sólo en el estado de Tamaulipas fueron descubiertas más de 400.
Falta de forenses
Ayala, que también luce el pañuelo verde y muestra la imagen de su hijo, denuncia uno de los problemas más acuciantes que se suma al de las desapariciones, y que tal vez se conoce menos en el exterior de México: «Hoy tenemos una crisis de forenses. Necesitamos apoyo a todos los niveles para conseguir cada una de las partes de nuestros desaparecidos, aunque sean en el Instituto de Ciencias Forenses. Esto es importante para nosotras, es algo doloroso, pero es importante lograr que muchas familias puedan recuperar los restos de sus hijos», subraya.
Esta crisis ha provocado que actualmente haya más de 52.000 cuerpos, entre las fosas y los institutos forenses, sin identificar por la falta de profesionales. «No hay genetistas que puedan trabajar y nosotros necesitamos de su ayuda para lograr sacar todos esos restos de allí».
«Es una verdadera tristeza que Jalisco, el cual es referente del folclore mexicano, sea también referente de violencia y de 15.000 desaparecidos desde el 2006»
Guadalupe Aguilar
Fundadora de Fundej y madre de José Luis Arana
Sobre cuál es el compromiso de las autoridades locales y nacionales a la hora de ayudar a estos colectivos –más de doscientos en todo el país–, que luchan día a día por encontrar e identificar a sus familiares y acabar con la incertidumbre –no con el dolor– de años sin saber el destino de un hijo, un marido o un hermano…, se muestran muy críticas: «No tenemos respuestas de ellos para lograr encontrar un indicio de nuestros hijos. Que podamos conocer el paradero de ellos es triste, pero es la verdad. Tenemos demasiadas personas en el Instituto de Ciencias Forenses, restos de mucho tiempo acumulados y lo único que queremos es que nos apoyen, que nos manden antropólogos y genetistas que puedan identificar rápido los restos», clama Ayala, que ha sufrido en primera persona este déficit de personal pues los de su hijo fueron encontrados en el 2020 «y me lo entregaron el 4 de enero de 2022, después de dos años».
Es por esto que Ayala demanda «el apoyo de todas las autoridades de todos los estados, porque todos los estados hablamos de una crisis forense a nivel nacional. Queremos que todas estas madres que hoy han encontrado un indicio de sus hijos puedan tener el consuelo de que ese indicio lleve a su paradero».
Prioridad: identificar
No todos los colectivos de familiares de desaparecidos invierten sus esfuerzos en una única línea de trabajo. Frente a grupos como las Madres Buscadoras de diferentes estados, quizá el más conocido es el de Sonora –liderado por Cecilia Flórez (tiene dos hijos desaparecidos), quien cuenta con un mecanismo de protección ante la peligrosidad de su labor–, la Fundej centra sus esfuerzos en la identificación de los cuerpos ya encontrados.
«Lo único que queremos es que nos manden antropólogos y genetistas que puedan identificar rápido los restos de nuestros hijos»
Guadalupe Ayala
Madre de Alfredo, de 23 años
«Estamos plantadas frente a Semefo (Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses de Ciudad de México). Hemos comprendido que estando ahí servimos más a la sociedad que tiene desapariciones, que andando en las búsquedas en las fosas. Ya hay muchos colectivos que hacen eso, pero creemos que nuestra búsqueda en el Semefo es más importante ahorita por el número de muertos que tiene. Para mí es más importante identificar los que están en el cemento y pienso que no tiene mucho caso ir a sacar más para que luego los desaparezcan en el Semefo. Ante el cúmulo de trabajo que tienen corremos el riesgo, ya ha sucedido», explica Aguilar. «Buscamos identificar cuerpos y hacemos más felices a las familias, porque también avanzamos más rápido», esgrime Aguilar.
Si bien el presupuesto del Instituto de Ciencias Forenses de Jalisco ha sido el más grande de su historia, estas madres afirman, sin embargo, que no es suficiente. «Hay tantas carencias…. Incluso a nivel nacional. Se acaba de desmantelar el Centro Nacional de Identificación Humana (CNIH), en el estado de Morelos. Ese (inaugurado a mediados de 2022) iba a ser el principal centro de identificación; el segundo, que está en Coahuila, sí permanece; y el tercero, se acaba de inaugurar en Jalisco, pero aún no está totalmente listo para trabajar», detalla Aguilar.
Visibilizar la tragedia
Junto a Aguilar –que ha venido acompañada de su hija Blanca– y Ayala, ha viajado a España para recoger este premio Mayra Hernández, cuyo hijo, Antonio Reynoso Hernández, desapareció, a la edad de 23 años, el 30 de agosto del 2013 (da la coincidencia que en esa fecha se conmemora el Día Internacional de las Desapariciones Forzosas). «Los policías del estado de Jalisco, en una detención irregular se lo llevó. Él estaba en una fiesta infantil y llegaron varias camionetas. Se llevaron a todos los que estaban en el evento». Del grupo detenido, solo tres fueron presentados ante la fiscalía, Antonio no estaba entre ellos. «Hace 10 años y cinco meses que no sé de él», señala Mayra al borde del llanto.
Como el resto de madres, la madre de Antonio Reynoso espera que este premio «visibilice en todo el mundo» esta situación, «porque siguen desapareciendo muchos jóvenes en Jalisco. Un amigo de mi hijo acaba de desaparecer en el 2022. Esto quiere decir que no paran las desapariciones y por ello yo estoy aquí alzando la voz por los que no tienen voz y gritando, gritando que no siga pasando esto», reclama, mientras sostiene en su regazo dos imágenes, la de su hijo y la de su amigo. A día de hoy, Mayra sigue buscando a Antonio, «y pido justicia para él, justicia para todos los jóvenes que siguen desapareciendo en Jalisco».
«Pido justicia para mi hijo y para todos los jóvenes que siguen desapareciendo en Jalisco»
Mayra Hernández
Madre de Antonio Reynoso
Impacto en las familias
El drama de las desapariciones deja muchas víctimas pues afecta a todos los ámbitos de la vida familiar e incluso a la salud -alguna de estas madres sufre diabetes y lupus-. «Cambia totalmente la vida porque hemos sido desplazados y termina con nuestra economía… Tenemos nietos que quedan a cargo por lo general de las abuelas, nosotras tenemos que asumir los gastos. Yo soy enfermera y estoy jubilada y me he hecho cargo de todos los gastos de mi nieta –señala Aguilar–. Cuando pasó lo de mi hijo, me quedé sin casa porque tuve que pagar un abogado para que me enseñara a 'caminar' porque yo no sabía qué hacer. Bueno, gracias a Dios volvimos a salir adelante y ahorita seguimos y seguimos luchando», afirma esta mujer cuyo coraje y entereza parece no decaer.
A pesar de todas las dificultades –la falta de recursos, del escaso apoyo gubernamental–, estas madres no desfallecen. «Aquí seguimos luchando por nuestros desaparecidos y buscándolos y no queremos morirnos sin encontrarlos», asevera.
El mayor miedo de estas madres, que llevan años aparcando su vida para encontrar a sus hijos, es no poder alcanzar su objetivo. «Jamás perderemos la esperanza de encontrar a nuestros hijos», asevera Aguilar, quien reconoce, sin embargo, que tiene «cierto temor de morirme y no saber nada de mi hijo». Si ella no lo encuentra, la responsabilidad de seguir buscándolo recaerá en la familia: «Se lo voy a dejar de herencia a mis hijos o a mis nietos. Y esa es una herencia negativa».
Antes de concluir la conversación, Blanca, la hija de Guadalupe Aguilar, busca en el móvil una canción que se ha convertido en el himno de lucha de las miles de mujeres que buscan a sus familiares en México. Himno que entonan en sus concentraciones para hacerse escuchar, mientras agitan sus pañuelos verdes.
'Las buscadoras', cantada por Paty Power, comienza a sonar en un patio de la Universidad de Alcalá, donde tiene lugar la entrevista, a pocos metros de la capilla donde horas antes recibieron el premio de manos del Felipe VI. Las cuatro alzan sus voces, a veces quebradas por el llanto y tapándose algunas el rostro con las fotos de sus hijos.
«Lo arrebataron de mis manos aquel día. Recuerdo aquella triste noticia… Ya mi cruz se ha convertido en mi calvario… Solo quiero encontrarte, por eso sigo constante con el juramento que te hice esa tarde… Entre perros, ratas, buitres y coyotes. Entre palos ya podridos en el monte, bajo el brazo del sol que no perdona la estación, sigo buscando los restos de mi amor», dice su letra.
«Buscadoras, buscadoras no se cansen de buscar, que los restos de sus hijos por fin los encontrarán, que no importa lo que digan... Son guerreras que nunca se rendirán…. Aunque sea en una tumba quiero verte… No descansaré hasta finalmente encontrarte. Te prometo ante Dios no derrumbarme… aunque los ingratos me quieran parar…»
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