Scholz ignora las peticiones de dimisión y quiere aguantar hasta las elecciones de 2025
Los conservadores de la CDU quieren que el canciller alemán se someta a un voto de confianza
Alemania La coalición de Scholz se hunde lastrada por Los Verdes
Corresponsal en Berlín
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Iniciar sesiónLas llamadas a dimisión cayeron ayer sobre Olaf Scholz como pedrisco. Incluso desde Moscú, el expresidente Medvédev se sintió legitimado para invitar al canciller alemán a dejar su cargo y convocar elecciones. «La consecuencia lógica son nuevas elecciones, un voto de confianza y ... la dimisión», zanjaba el presidente de Baviera, Marcus Söder, mientras el gran ganador de las elecciones europeas en Alemania, el presidente de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Friedrich Merz, hablaba de «un gran ajuste de cuentas del electorado con el gobierno federal». «Para los partidos del Gobierno ha sido un completo desastre», decía Merz, que mencionó «resultados miserables» y pidió un voto de confianza en el Bundestag.
Scholz guardó estricto silencio hasta una comparecencia fijada hace meses junto al jefe del Gobierno de Chile, que visitaba la Cancillería, y se limitó a reconocer que «el resultado electoral ha sido malo para los tres partidos del Gobierno». «A nadie le conviene volver a la normalidad, se trata de que sigamos haciendo nuestro trabajo para garantizar que nuestro país sea cada vez más moderno y que la aprobación sea cada vez mayor, que los resultados de este trabajo puedan someterse a votación en las próximas elecciones federales», que tendrán lugar en 2025. Con bastante más claridad, el portavoz del Ejecutivo alemán, Steffen Hebestreit, reafirmó que «en ningún momento, ni por un segundo, se planteó la idea de que en Alemania se pudieran adelantar ahora las elecciones».
La principal candidata socialdemócrata, Katarina Barley, adoptó esta misma posición impertérrita, a pesar del resultado históricamente bajo en unas europeas del 14%, e insistió en ocupar el puesto de presidenta del Parlamento Europeo en la segunda mitad del período legislativo de cinco años. Con este objetivo, el SPD entablará negociaciones con los grupos del Parlamento Europeo. Conviene recordar que Barley tiene línea directa con Pedro Sánchez y que ha estado haciendo en Alemania una entusiasta defensa de la Ley de amnistía española. Estuvo casada con un catalán, el padre de sus dos hijos, y se considera una experta en la materia.
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En los pasillos de la Casa Willy Brandt, sin embargo, los discursos eran ayer algo más realistas: comienza a darse por quemado tanto a Scholz como a una directiva cuya estrategia no da resultados. El líder del partido, Lars Kligbel, protagonizó un incidente la noche electoral, cuando en un debate televisivo llamó «nazi» en su cara a la copresidenta de Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, que recibió una ola de apoyo en las redes sociales. A la directiva de AfD, al contrario que a los partidos de la «coalición semáforo», no le ha temblado la mano al tomar decisiones y ayer anunció que su cabeza de lista, Maximilian Krah, quedará excluido de su delegación en el Parlamento Europeo, debido a sus escandalosas declaraciones sobre las SS durante la campaña y a pesar del resultado históricamente alto del 16%. Están seguros de que, sin Krah, habrían llegado al 20%.
Sube el partido prorruso
El empuje de AfD se ha convertido en el objetivo de la estrategia del partido ganador de estas elecciones, la Unión Cristianodemócrata (CDU). Merz, avanzó ayer que seguirán trabajando estos quince meses en su giro a la derecha y especialmente en los Bundesländer orientales, donde AfD sigue siendo el más votado en muchos distritos. En la Casa Konrad Adenauer se señala también la gravedad del resultado del partido antieuropeo, prorruso y de extrema izquierda Alianza Sarah Wagenknecht (BSW), con seis asientos en el Europarlamento. Y del partido auspiciado por Erdogan Alianza Democrática para la Diversidad y el Despertar (Dava), que, por ejemplo, en dos distritos de Duisburgo quedó el domingo en el primer puesto con el 41% y el 43% de los votos, seguido de AfD (14%) y BSW (12%).
Desde el optimismo, Merz se ve afianzado en su estrategia de definir mejor el carácter conservador de la CDU mientras apuntala la unidad. Ayer anunció incluso que homenajeará en una fiesta con 200 invitados por su 70 cumpleaños a Angela Merkel, durante décadas su acérrima enemiga interna. Sabe que al electorado alemán le repelen las trifulcas internas y los candidatos que no saben poner orden en su propia casa. También lo saben en la sede del SPD, donde barajan dos opciones: seguir como están y confiar en poner las suficientes trampas a Merz como para que meta la pata hasta las elecciones, o cambiar a Scholz por el ministro de Defensa, Boris Pistorius, mucho más popular y que da el perfil de líder fuerte del que, especialmente a partir de este resultado de las europeas, carece Olaf Scholz.
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