Putin felicita a Orbán, verso suelto de la UE, por su 60 cumpleaños

En día tan señalado, Orbán ha recibido la llamada de felicitación del presidente de Rusia, Vladimir Putin, con quien mantiene una relación de entendimiento mutuo. Tanto es así que sigue bloqueando en la medida de sus posibilidades las sanciones europeas a Moscú. La semana pasada, además, impidió el desembolso de 500 millones de euros de la UE, destinados a enviar más armas a Ucrania, debido a la inclusión de uno de sus bancos en la lista negra del gobierno ucraniano. Pero su relación con los rusos no ha sido siempre tan afectuosa. El inicio de su carrera política, de hecho, estuvo basado en la resistencia al poder soviético.

Hijo de un técnico en maquinaria agrícola y una maestra, creció en circunstancias bastante modestas: en un pueblo cerca de Szekesfehervar, a 70 kilómetros al suroeste de Budapest. Ya en sus tiempos de estudiante de Derecho en la capital, se rebeló contra el estado autoritario del comunismo tardío y fundó la Liga de Jóvenes Demócratas (Fidesz), la primera organización juvenil independiente de la época. Saltó a la fama nacional en junio de 1989, en el funeral de los mártires del levantamiento húngaro de 1956. Con aquella melena suelta y su barba de tres días, pronunció un duro discurso contra las tropas soviéticas todavía estacionadas en Hungría. Fidesz, en ese momento todavía liberal de izquierda y de orientación democrática de base, logró ingresar al primer parlamento elegido libremente en abril de 1990.

Orbán se convirtió en el líder del grupo parlamentario y pronto eliminó el ala liberal de izquierda urbana, para reposicionar el partido. Después de la muerte del primer primer ministro elegido libremente por los húngaros, Jozsef Antall, en 1993, la derecha de Hungría carecía de liderazgo y Orbán se fue deslizando cada vez más en esa dirección, ocupando un espacio electoral muy valioso: la estrategia era atacar por la derecha y captar el voto rural. En 1998, a la edad de 35 años, se convirtió por primera vez en Primer Ministro. Se sirvió de valores cívicos y nacionales para movilizar a los votantes y restringió los poderes de control del parlamento para poder jugar con los árbitros a favor. Cuando perdió las elecciones y con ellas el poder del gobierno, en 2002, hizo marchar en manifestaciones a sus seguidores y se quejó de «fraude electoral», para seguir haciendo campaña y entrenando sin descanso hasta que las elecciones de 2010 le devolvieron el poder con una mayoría de dos tercios que le permitía cambiar la constitución. «Yo no lo llamaría populista», dice Peter Kreko, profesor húngaro de la Fundación Heinrtich Böll, «porque un populista depende del estado de ánimo de la población y Orbán, en cambio, ha puesto en marcha un sistema en el que ya no tiene que adaptarse a la opinión pública porque él mismo determina la opinión pública».

Orban entiende la política como el liderazgo de una selección nacional, por eso no tiene reparos a la hora de restringir los derechos de las minorías, controlar los medios de comunicación de gran alcance o canalizar fondos estatales y de la UE a los bolsillos de los oligarcas que dependen de él si es por el bien del equipo ganador. Se siente en competición con los demás países europeos y la idea de la UE como una comunidad que persigue su homogeneización le parece un «pensamiento apestoso». Todo esto tiene como consecuencia que el Parlamento Europeo esté cuestionando en este momento la capacidad de Hungría para ejercer la presidencia rotatoria el próximo año. Esto conlleva representar a los Estados de la UE en las relaciones con otros países y con organizaciones internacionales. Sería el responsable de impulsar el trabajo sobre la legislación de la UE como intermediario entre diferente posiciones de los socios. «El Parlamento se pregunta cómo podrá Hungría cumplir esa tarea de forma creíble en 2024, en vista de su incumplimiento de la legislación europea y de los valores consagrados en el artículo 2 del Tratado de la UE, así como del principio de cooperación sincera», dice el proyecto de resolución que será votado el jueves 1 de junio. A la espera de la votación, Orbán ha felicitado personalmente a VOX y a Santiago Abascal por los resultados de las elecciones del domingo. «La reconquista de la derecha continúa en España, el siguiente paso: elecciones generales en julio», escribió en las redes sociales, «¡Vamos, Santiago! ¡Vamos, VOX!», añadió, igualando su apoyo político al del hincha desde las gradas.