de lejos

¿Por qué el gran problema de Estados Unidos son sus debilitados partidos políticos?

Toda la cultura política basada en dos grandes formaciones parece haber llegado a un inquietante final

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El expresidente de Estados Unidos Donald Trump afp

La Constitución de Estados Unidos, debatida y consensuada en Filadelfia durante el caluroso verano de 1787, no hace mención alguna sobre los partidos políticos que terminarán por vertebrar la democracia en América. Los 'Founders & Framers' –que siempre tuvieron muy presente tanto la tradición ... clásica como la historia de Inglaterra– consideraban que los partidos eran una invitación a la violenta anarquía.

Aquella élite ilustrada, rebosante de honestidad y sabiduría, se consideraba agentes de una sociedad homogénea, guiados por un patriotismo altruista y con el único objetivo de lograr intereses comunes. Por supuesto, la realidad política de aquella nueva república estuvo dominada desde el primer momento por facciones enfrentadas. Antes de terminar el siglo XVIII, dos formaciones antagónicas dominaban el Congreso federal haciendo suyo el lenguaje de la libertad y acusándose mutuamente de querer destruir ese elemento esencial de la idea de América.

Toda esa cultura política, basada en dos grandes formaciones tan fuertes como aglutinadoras, parece haber llegado a un inquietante final en el actual ciclo electoral que culminará con las presidenciales del 5 de noviembre del 2024. El caso más evidente de este declive es la vampirización del Partido Republicano por parte de Donald Trump. No hace tanto tiempo, Ronald Reagan exigía a Moscú que derribase el muro de Berlín. Y ahora, Naranjito anima a que el hombre del saco del Kremlin se lleve por delante a los países morosos de la OTAN.

Aunque se habla menos de sus problemas, el Partido Demócrata no está mucho mejor que sus rivales eclipsados por el trumpismo. Los niveles de polarización de los demócratas han llegado a la paradoja de intentar combinar en unas mismas siglas al PSOE y Podemos en sus versiones americanas. Sin olvidar la negligencia de no construir una alternativa a un Biden cada vez más desorientado.

Sin partidos, el botellón de guerra cultural, tribalización política, obsesión identitaria y demás postureo 'woke' se paga con un enorme retroceso en gestión, liderazgo internacional, rendición de cuentas y el futuro de la democracia americana.

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