Musk acusa a Trump de estar implicado en el caso de prostitución de menores de Epstein

La acusación marca, por ahora, el clímax de un enfrentamiento ascendente entre el hombre más rico del mundo y el hombre más poderoso del mundo. Los dos fueron uña y carne en la campaña electoral y en los primeros meses de la presidencia, y en los últimos días han desatado una guerra cruenta, motivada por las críticas de Musk a la gran apuesta legislativa de Trump, su ley ómnibus fiscal y presupuestaria.

Musk salió del Gobierno el pasado viernes, en medio de un crecimiento distanciamiento con el presidente. Tanto por esa ley como por otras políticas, como su batalla arancelaria. En un primer momento, ambos mantuvieron las formas: Trump le despidió en un acto cariñoso en el Despacho Oval, le regaló una llave dorada de la Casa Blanca; Musk respondió con los elogios habituales al presidente de EE.UU. Pero la relación no ha tardado en deteriorarse, después de que a comienzos de la semana Musk dijero que la gran ley fiscal de Trump es una «abominación repugnante».

Desde entonces, solo ha empeorado y ha explotado este jueves. La acusación de Musk sobre Trump y Epstein no contiene detalles. Es conocido que Trump y Epstein tenían una relación de amistad, como quedó demostrado en fotos de algunas fiestas en las que coincidieron. Pero es evidente que cualquier asociación con Musk supone un riesgo político y reputacional, y eso es lo que busca aparentemente el multimillonario de origen sudafricano. «Marcad este mensaje para el futuro, la verdad saldrá a la superficie», respondía el propio Musk sobre su acusación.

La «bomba» llegaba después de un intercambio sorprendente y frenético de ataques entre ambos, culminado con amenazas veladas de Trump a romper los contratos multimillonarios que las empresas de Musk tienen con el Gobierno federal, por ejemplo, los de SpaceX con la NASA. «La forma más fácil de ahorrar dinero de nuestro presupuestos, miles y miles de millones de dólares, es finiquitar los subsidios y contratos gubernamentales de Elon», escribió el presidente en su propia red social, Truth Social. «¡Siempre me sorprendió que Biden no lo hiciera!».

«Hazlo, hazme feliz», respondió Musk poco después, que mostró su músculo político en una encuesta a sus 220 millones de seguidores, en la que preguntaba si «es ya hora de crear un nuevo partido político que represente al 80% que está en el medio» (una hora después, habían votado más de un millón de usuarios, el 82% a favor de la idea).

Poco después, Musk aumentó la apuesta: «A la luz de las declaraciones del presidente sobre la cancelación de mis contratos gubernamentales, SpaceX comenzará de inmediato con la retirada de servicio de sus naves Dragon», reaccionó en un mensaje en su red social, X. Horas después, el magnate de Tesla ha rectificado y ha asegurado que finalmente no cesará el servicio: «Buen consejo. De acuerdo, no retiraremos Dragon», ha respondido a un usuario de X, que sugería tanto a Trump como a Musk dar «un paso atrás durante un par de días».

La nave Dragon es en la actualidad la única opción que la NASA, la agencia espacial estadounidense, tiene para llevar y traer suministros y astronautas a la Estación Espacial Internacional. La declaración de Musk muestra una evidencia: la NASA es cada vez más dependiente del sector privado, en especial, de SpaceX.

Antes de todo esto, Musk ya había respondido iracundo a las declaraciones de Trump de ese mismo día desde el Despacho Oval, donde aseguró estar «muy decepcionado» con quien fue su mano derecha durante meses en la Casa Blanca y su gran aliado en la campaña electoral que le devolvió a la presidencia.

«Sin mí, Trump habría perdido la elección», disparó Musk desde X, la red social de su propiedad. «Los demócratas controlarían la Cámara de Representantes y los republicanos solo tendrían una mayoría de 51-49 en el Senado», añadió el hombre más rico del mundo.

Musk fue una pieza esencial en la campaña electoral del año pasado, en la que Trump recuperó la Casa Blanca y en la que los republicanos consiguieron mantener su exigua mayoría en la Cámara y recuperar la del Senado. El magnate desembolsó casi 290 millones de dólares en apoyo a candidatos, la mayoría de ellos dedicados a la campaña de Trump, con quien se volcó en mítines y en la estrategia en estados clave, como Pensilvania.

Ahora, cuando ambos han roto, Trump ha despreciado esa ayuda. «Yo habría ganado en Pensilvania con independencia de Elon«, alardeó el presidente durante un encuentro con la prensa en su reunión bilateral con el canciller de Alemania, Friedrich Merz.

«Cuánta ingratitud», lamentó Musk, que llegó a acusar de mentiroso a Trump sobre la tramitación de esa ley ómnibus, su gran apuesta legislativa.

«Elon conocía los trabajos internos sobre la ley mejor que todos los que están sentados aquí», dijo Trump, rodeado de varios miembros de su Gabinete. «No tenía ningún problema con ello, y solo le encontró problemas cuando descubrió que íbamos a acabar con los mandatos sobre coches eléctricos», dijo sobre la acusación que han usado los aliados de Trump en los últimos días: Musk está en contra de la ley porque incluye la reducción de los créditos fiscales en la compra de vehículos eléctricos, lo que afecta de forma negativa a una de sus empresas, Tesla.

«Falso», respondió Musk. «Ni una sola vez me enseñaron esta ley y fue aprobada con nocturnidad para que casi nadie, incluso en el Congreso, pudiera leerla».

«Qué mentira tan obvia», respondió cuando Musk insistió en esas acusaciones. «Qué triste».