Kaid Saied, el presidente de Túnez, que espolea la «caza al negro»
Ha desmantelado las instituciones, se presenta como el salvador del país, con la misión de poner fin a la «corrupción partidista» , haciendo a los inmigrantes subsaharianos chivo expiatorio de los males del territorio
El discurso racista del presidente de Túnez que ha desatado la caza al subsahariano
Corresponsal en Roma
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Iniciar sesiónEl presidente de Túnez, Kais Saied, de 65 años, trae de cabeza a la Unión Europea, en particular a Italia, porque temen que se incremente aún más la avalancha de inmigrantes procedentes del país norteafricano. Saied es un populista que ha incluido ... en la nueva Constitución, hecha a su medida, el respeto a la 'sharía' (la ley religiosa islámica que todo lo regula). Se presenta como el salvador del país, con la misión de poner fin a la «corrupción partidista» y proteger a los tunecinos de las «conspiraciones» de los enemigos dentro y fuera del país. Profesor de Derecho constitucional en la Universidad de Túnez, Kais Saied comenzó a darse a conocer cuando, en diciembre del 2011, Túnez, con 12 millones de habitantes, se convirtió en la cuna de la Primavera Árabe, el movimiento de protesta que se extendió por el mundo árabe, para reclamar justicia social, libertad y respeto de los derechos humanos.
El entonces profesor Saied comenzó a andar entre los jóvenes rebeldes que vivaqueaban frente a los palacios del poder en Túnez. Les explicaba sus teorías de una democracia «sin partidos y que emanaba del pueblo». Posteriormente, la televisión comenzó a invitarlo a programas políticos y de entrevistas, siendo apreciado por su imagen austera, flemática, sin levantar nunca la voz. Por sorpresa, se presentó en las elecciones presidenciales de 2019, ganando con el 72,7% de los votos, una aplastante victoria basada en el rechazo de los tunecinos a la corrupción y a las fuerzas políticas tradicionales. Desde el 2021 Saied ha centralizado todos los poderes en sí mismo: «Quiero una democracia sin partidos, que están en el origen de nuestras dificultades. La fuente del poder está en el pueblo«, argumentó para presentar su nueva Constitución, aprobada en referéndum en julio de 2022. Cinco meses después, Túnez volvió a votar para renovar un parlamento, pero los candidatos se tuvieron que presentar sin símbolos partidistas, bajando al 9% la participación en las urnas.
El colapso migratorio de Lampedusa divide otra vez a los europeos
Enrique SerbetoLa visita de la presidenta de la Comisión Europea a la isla italiana de Lampedusa el domingo ha sido el único gesto rotundo en esta crisis
Saied ha detenido, con acusaciones de amenazar la seguridad del Estado o estar detrás de los aumentos de los precios, a figuras de la oposición, incluidos jueces, políticos, activistas y empresarios. Sus acusaciones se dirigieron también contra los inmigrantes subsaharianos, a los que hace chivo expiatorio de todos los males que azotan al país. Según el presidente Saied, las «hordas de inmigrantes ilegales«, son fuente de »violencia, crímenes y actos inaceptables« que tienen la pretensión de cambiar la composición demográfica de Túnez para difuminar su carácter »árabe-musulmán».
Saied ha detenido, con acusaciones de amenazar la seguridad del Estado o estar detrás de los aumentos de los precios, a figuras de la oposición, incluidos jueces, políticos, activistas y empresarios
Con esta retórica de Saied, que fue acusado de racista y xenófobo por sus críticos, en Túnez se desató la «caza» al negro, rechazando a los 21.000 inmigrantes subsaharianos. Muchos regresaron a sus países de origen. Algunos han sido deportados por Saied a El Amra (31.100 habitantes), la ciudad tunecina más cerca de Lampedusa, a menos de 150 kilómetros. Abandonados en el campo esperan que una patera los lleve a la isla italiana. Bahri, un pescador de 64 años, confesó este viernes a 'La Repubblica': «Aquí la gente ya no come pescado: dicen que los peces se comen los cadáveres de los inmigrantes que se ahogaron en el mar. Todos los días salimos y vemos cadáveres flotando».
La suspensión de la democracia no ha sido la solución a los problemas económicos que azotan al país, casi en bancarrota. Los tunecinos hacen cola hasta de una hora para comprar pan subvencionado, el de los pobres. Falta harina y café en los supermercados, y con la inflación disparada (9,3% en agosto), los precios de algunos productos están por las nubes. La mayoría de los salarios son de hambre.
El sueldo medio es de 190 euros al mes. Sin perspectivas para el futuro, muchos jóvenes tunecinos han tomado la decisión de emigrar a Europa. «Los líderes del continente temen una avalancha de inmigrantes si la economía tunecina se hunde más en la crisis», escribía recientemente el 'Financial Times', destacando que «el presidente tunecino Kais Said, ha desmantelado las instituciones que hace una década hicieron de Túnez un faro de democracia en el mundo árabe, y ahora lleva al país a la autocracia mediante un golpe blando». El diario recogía también el testimonio de un estudiante de 22 años, Mohamed Ali: »Sea fácil o difícil, yo me iré: Podrían pasar muchos años antes de que la economía mejore. Solo quiero comer. Mire el precio de los alimentos».
Avalancha migratoria
La avalancha migratoria desde Túnez, temida sobre todo por Italia, ya se está produciendo. Casi 12.000 personas llegaron a Lampedusa durante la semana entre el 11 y 17 de septiembre. Por primera vez, Túnez se ha convertido en el país del que parten la mayoría de los inmigrantes que llegan a Italia: En total, desde enero hasta el pasado jueves desembarcaron en las costas italianas 132.832 personas, casi el doble de los que llegaron en el mismo periodo del año anterior: 68.594.
Saied necesita con urgencia dinero para evitar el colapso financiero de Túnez. A mediados de julio, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, firmaron con el presidente Saied un memorándum, ofreciendo 250 millones de euros a cambio de frenar las salidas de inmigrantes. Pero, hasta ahora el acuerdo con Túnez ha sido un fracaso, porque los desembarcos en Lampedusa han aumentado, mientras el dinero prometido por la Comisión Europea no llega por la oposición al acuerdo de algunos gobiernos. Tampoco el Fondo Monetario Internacional está dispuesto a dar un préstamo de 1.900 millones de euros, mientras Saied se niegue a realizar reformas, asegurando «no estar dispuesto a ver limitada la soberanía de Túnez».
Saied sigue siendo popular entre muchos tunecinos, que confían en su aura de profesor y aprueban sus medidas contra una clase política de la que siguen desconfiando. Pero a medida que la crisis económica se vuelve más aguda, Saied podría perder ese apoyo popular.
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