Las inundaciones arrasan Libia, partida en dos por la guerra civil desde la muerte de Gadafi

La tormenta Daniel produjo el colapso de dos embalses en Derna -en un área de unos 100.000 habitantes- y produjo la inundación de una zona muy vasta, donde trabajan los pocos equipos de rescate que han podido trasladar las autoridades. Los dos gobiernos erigidos en Libia, el de Trípoli y el de Bengasi, han declarado el estado de emergencia y tres días de luto nacional por las víctimas.

Pese a que se mantiene vigente un alto el fuego entre los dos bandos enfrentados en Libia, el virtual estado de guerra hace muy difícil la coordinación y la llegada de ayuda internacional. Todos los servicios están paralizados, así como al menos cuatro puertos desde los que se exporta petróleo, principal riqueza del país.

El desastre natural sirve para recordar el bélico, inaugurado en 2011 con la llamada Primavera Árabe, y que no tiene visos de una rápida solución. El levantamiento popular de ese año contra el dictador Gadafi, alentado por la OTAN, condujo a la aparición en 2014 de dos sectores armados, enfrentados por la ideología y la ambición de poder.

En el oeste, con capital en Trípoli, se ha erigido un gobierno de coalición entre grupos islamistas presidido por los Hermanos Musulmanes, que reconoce la ONU, cuenta con cierto respaldo por parte de la Unión Europea y de Estados Unidos, y apoya plenamente Turquía. El gobierno rebelde del este, con capital en Bengasi, está patrocinado por el líder del ejército, el mariscal Hafter, y tiene de su lado a Rusia (con la participación de mercenarios de la Wagner), Egipto y Francia, voz discordante dentro de la UE. Los gobiernos del Golfo Pérsico también están divididos: Arabia Saudí y Emiratos apoyan al mariscal Hafter, y Qatar al régimen islamista de Trípoli.

El antiguo territorio de Libia presenta para las potencias extranjeras tres grandes áreas de interés: el petróleo, la emigración irregular hacia Europa que parte de sus puertos, y el caldo de cultivo del yihadismo, que Occidente cree con cierta ingenuidad que controlará mejor el movimiento de Hermanos Musulmanes que una dictadura militar.