Nicaragua

Félix Maradiaga: «Daniel Ortega se muestra servil con Rusia y China porque ni la UE ni EE.UU. ejercen una presión significativa»

El opositor nicaragüense aboga porque las dictaduras sientan que sus acciones tienen claras consecuencias

Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro: «No vamos a descansar hasta ver una Nicaragua justa y libre»

Después de su paso por Bruselas, Félix Maradiaga visitó Madrid para conversar con los distintos partidos políticos andrés gerlotti

Recuperar la democracia en Nicaragua no es tarea fácil. Una dictadura bien atornillada lo impide con severidad; deteniendo, condenando, exiliando y revocando la nacionalidad a la disidencia. Ese es el caso de Felix Maradiaga, exprecandidato presidencial que el régimen de Ortega mantuvo encarcelado en ... El Chipote por más de 600 días hasta que, junto con otros 221 connacionales, fue expulsado del país.

Lo que persigue el Gobierno Ortega-Murillo es erradicar cualquier signo de oposición, minando su iniciativa y debilitando su radio de acción. Algo que cumple con cierto éxito, pues, según Maradiaga, el destierro y la dispersión de líderes ha dificultado en gran medida su trabajo político.

Sin embargo, Maradiaga no se queda quieto. La semana pasada visitó Bruselas —donde tuvo lugar la tercera cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la Unión Europea (UE)— con el objetivo de situar el conflicto nicaragüense en la agenda diplomática internacional. Lo hizo junto con representantes venezolanos y cubanos del World Liberty Congress, una plataforma que reúne a quienes luchan contra autocracias alrededor del mundo.

«Comprendemos desde la complejidad diplomática que los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua hayan participado en la cumbre, pero para nosotros, que se hayan recibido a esas delegaciones como si nada hubiese pasado, es una bofetada», explica Maradiaga al ABC desde la sede de la Fundación Friedrich Naumann en Madrid. «Logramos un pronunciamiento del Parlamento Europeo, que comprendió que fue necesario tomar medidas para elevar el costo político de estos regímenes. Logramos galvanizar la solidaridad democrática en el caso nicaragüense de algunos grupos políticos».

Maradiaga también se reunió con distintas delegaciones para explicar que la posición de la dictadura de Ortega «es mucho más radical que la de Cuba y Venezuela». Algo que el régimen dejó claro al ser el único en negarse a firmar un acuerdo que condenaba la guerra contra Ucrania.

«Eso nos lleva a señalar de manera inequívoca que Ortega funciona prácticamente bajo los intereses de Putin y de China en América Latina. Nicaragua es un país de poco peso geopolítico, uno de los países más pobres de América Latina, y eso hace que Ortega haya podido navegar bajo el radar; al no estar tan expuesto internacionalmente, ha podido actuar con un servilismo indescriptible para los intereses rusos y chinos. Eso ha sido lo que hemos querido explicar, que Ortega ya no es un problema solamente de los nicaragüenses. Él ha estado ofreciendo el territorio nacional, poniéndolo a disposición de China y Rusia, y también ha firmado una serie de convenios con Irán y con Bielorrusia. Él apuesta por el afianzamiento de esas relaciones con amistades peligrosas porque no tiene una presión significativa de la UE y de EE.UU.», comenta Maradiaga.

Félix Maradiaga junto con su esposa, Berta Valle, y su hija, horas después de su liberación EFE

Lo que pretende el líder opositor con la «internacionalización del conflicto nicaragüense» es que haya un cambio en la correlación del poder. Que la oposición tenga más capacidad de incidencia y mayor margen de acción. «La dictadura de Ortega tiene que sentir que hay consecuencias claras por su comportamiento. No creemos que la presión y las sanciones por sí solas logren un cambio de régimen, sino un cambio de ciertos aspectos de correlación del poder para que nosotros como oposición podamos hacer nuestro trabajo».

Uno de los puntos claves que exige la oposición nicaragüense es que se les permita organizarse políticamente dentro del país. «Las circunstancias en las que estamos, en las que existe una prohibición total de cualquier tipo de movilización, de acción política, incluso de actividad ciudadana de naturaleza deportiva, artística o cultural que no esté aprobada por el régimen, son inaceptables», lamenta el opositor. «El trabajo no lo podemos hacer solos».

Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo durante la conmemoración de los 44 años de la Revolución Sandinista AFP

Diálogos y consensos

Las nuevas autocracias ya no llegan al poder por la fuerza. Lo hacen por los caminos legales y desde adentro ajustan el sistema a su conveniencia. Por esa razón, Maradiaga cree que la definición clásica de dictadura debe ser repensada, «porque estos regímenes han aprendido a jugar 'cosméticamente' bajo las reglas de la democracia, porque están claros que el sistema internacionales de tratados, de convenios, incluyendo la Carta Democrática Interamericana está diseñado para responder de manera muy clara a las dictaduras clásicas que llegaban por golpe de Estado militar. Ni la OEA ni la ONU estaban preparadas para esta nueva modalidad dictatorial que yo he llamado 'dictaduras 2.0', que han tomado el ropaje de la democracia, o de aparente democracia, para ganar terreno autocrático y desplazar a las administraciones democráticas».

Felix Maradiaga pertenece a un grupo de oposición llamado Proceso Monteverde que conglomera los principales liderazgos políticos del país. Y admite que dentro del grupo aún no hay consensos sobre una posible negociación; no hay una posición unificada del diálogo. «Lo que sí creemos es que debe haber un acercamiento entre la comunidad internacional y Ortega; es importante que se reconstituya un puente mínimo de diálogo, pero no con la oposición. Yo no apoyo ese tipo de diálogo porque, hasta ahora, ese experimento que ya se hizo en 2018 y 2019 fue utilizado por el régimen para enfriar la calle y para ganar terreno político».

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