Macron atribuye a una broma el guantazo de su esposa Brigitte

La más legendaria de esas campañas «descubría» que, en verdad, Brigitte no era una mujer, sino un «hombre disfrazado». La infamia fue denunciada con éxito, pero dejó un largo rosario de «chistes» y bajezas de la más penosa catadura.

El penúltimo ataque contra el presidente francés fue, días pasados, el «descubrimiento» de un saquito de cocaína que habrían consumido Macron, el canciller de Alemania y el primer ministro del Reino Unido, camino de Kiev, en tren. Los rápidos desmentidos, en París, Berlín y Londres pusieron coto a la propaganda denigrante.

Coincidiendo con la llegada a Vietnam, primera etapa de una visita de Estado por todo el sureste asiático, la agencia Associated Press, tradicionalmente bien informada y respetable, hizo público un vídeo grabado cuando se abría la puerta del avión, a su llegada a Vietnam.

En una secuencia muy rápida, relativamente ambigua, se ve la mano y el brazo derecho de Brigitte Macron «golpeando» a su esposo. Tras ese real o presunto incidente, la pareja presidencial baja del avión sin darse la mano…

La descoordinación y penosas reacciones del Elíseo echaron aceite al «fuego» de un presunto «escándalo». Un portavoz presidencial comenzó por negar que las imágenes filmadas por la Associated Press fuesen «reales», denunciando un «montaje» realizado con Inteligencia Artificial. Ese error catastrófico atizó los rumores más peregrinos.

Los portavoces del Elíseo se apresuraron a reconocer la realidad del vídeo, pero… volviendo a meter la pata de manera muy tosca, declarando que todo había sido una «pequeña riña», consecuencia del cansancio de un largo viaje en avión.

La segunda reacción agravó la explotación «política» del incidente, cuando los portavoces oficiales hablaban de un «momento de complicidad entre esposos» Las redes sociales tradicionalmente prorrusas explotaron el incidente a tumba abierta.

Seis horas después del estallido del incidente, Macron tuvo que intervenir personalmente ante los periodistas que lo acompañan en una gira de Estado por todo el sureste asiático. Sonriente, con una brizna de comprensible hipocresía, Macron dio su versión del «escándalo»: «Pura y sencillamente, mi esposa y yo estábamos haciendo bromas, entre nosotros. Eso es todo. Desde hace semanas, ya hemos sido víctimas de otros intentos de montaje de historietas sin fundamento, como lo del consumo de cocaína en un tren, o un «mano a mano» con el presidente turco. Todo eso es falso. Es necesario que todo el mundo se calme y no haga el juego de quienes llevan intentándotelos hacernos daño, desde hace tiempo».

La pésima comunicación y reacciones de los portavoces oficiales de Macron coincide con un rosario de cambios y «fugas» de consejeros que han comenzado a abandonar el barco presidencial, víctima, asimismo, de la crisis global que está sufriendo Francia.