Bernardo Arévalo asume la presidencia de Guatemala después de una jornada tensa en el Congreso
El presidente de la Cámara, Samuel Pérez, también del socialdemócrata Movimiento Semilla, ha anunciado la investidura de la vicepresidenta, Karin Herrera, entre vítores en la sala
¿Qué Guatemala recibe Bernardo Arévalo?
Ciudad de Guatemala
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Iniciar sesiónGuatemala tiene nuevo presidente. Fueron 103 días de resistencia indígena sin pausa en favor de la democracia; veinte días de octubre en el que el país estuvo bloqueado por manifestantes de todas las clases sociales en contra de las pretensiones de una Fiscalía que, con más de diez acciones judiciales, buscaba encarcelar ... a los liderazgos electos y anular los resultados de los comicios de junio; dos planes de asesinato que nunca se ejecutaron, pero que fueron revelados a la prensa por las autoridades policiales; y múltiples sanciones por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), Estados Unidos y la Unión Europea, para que el pasado 14 de enero, finalmente, sucediera. Bernardo Arévalo de León ha sido ungido como el presidente 52 de la República de Guatemala, tras el proceso de transición de mando más caótico que el país centroamericano ha vivido jamás.
El acto de imposición de la banda presidencial en el Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias inició sobre las once de la noche, con ocho horas de retraso y la escandalosa ausencia del presidente saliente, Alejandro Giammattei. El exmandatario se excusó aludiendo al retraso del evento y fue abucheado por los presentes cuando fue mencionado su nombre durante la ceremonia.
«Me llena de profundo honor asumir esta responsabilidad, evidenciando que nuestra democracia tiene la fortaleza para resistir y transformar el panorama político de Guatemala», fueron las primeras palabras de Arévalo como presidente en su discurso de posesión, frente a un público emocionado. En el Teatro Nacional se aglomeraron más de 15 misiones diplomáticas, 500 periodistas y corresponsales internacionales y cientos de civiles, políticos y activistas. No estuvieron presentes Su Majestad el Rey Felipe VI de España ni el presidente chileno Gabriel Boric, quienes se retiraron antes de que iniciara el evento, por temas de agenda.
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Junto a Arévalo, han tomado posesión la vicepresidenta Karin Herrera, su equipo de 14 ministros, 160 diputados al Congreso de la República, 20 parlamentarios del Parlamento Centroamericano y más de 300 alcaldes con sus corporaciones municipales. El país se renueva, como cada cuatro años. Esta vez, con una agenda que promete pacificar a un país enfrentado y harto de la perenne corrupción gubernamental, bajo la atípica bandera de la socialdemocracia del partido político que ganó los comicios, el Movimiento Semilla, en un país de tradición conservadora. «La colaboración internacional ha fortalecido nuestro camino, destacando la protección de los valores fundamentales que sustentan la democracia, pues durante estos meses nos hemos enfrentado a complejos desafíos que nos llevaron a creer que estábamos ante un regreso autoritario (...) ante la dictadura en Guatemala. Pero el pueblo de Guatemala ha demostrado su sabiduría y el deseo soberano de vivir en democracia», ha dicho el presidente, haciendo alusión a la persecución judicial que vivió el país durante los últimos 7 meses. «¡Nunca más el autoritarismo, no permitiremos la intolerancia ni arbitrariedad!».
Arremetida judicial
Ha sido una arremetida judicial sin precedentes la que ha vivido la potencia económica de Centroamérica. Para muestra, un botón. El pasado viernes, a menos de 48 horas de la toma de posesión, la Corte de Constitucionalidad –la máxima entidad judicial de Guatemala– rechazó tres nuevos intentos por impedir la asunción del Arévalo como presidente, al rechazar tres peticiones de amparo por supuestas «violaciones constitucionales» que declaraban «ilegítimo» el proceso electoral de junio. El socialdemócrata Arévalo y su compañera de fórmula, la ahora vicepresidenta Karin Herrera, así como la mayor parte de los parlamentarios electos del ahora partido oficial, Movimiento Semilla, enfrentaron hasta el último momento una arremetida judicial de diferentes sectores para evitar su asunción.
La retahíla de intentos para evitar una transición de poder democrática –cosa que no sucedía desde después de 1985, cuando Guatemala entraba a la era democrática en los últimos años de una sangrienta guerra civil– fue orquestada por la fiscal general Consuelo Porras, jefa del Ministerio Público, el ente autónomo de persecución penal en el país, y un equipo de fiscales, jueces, políticos y hombres de confianza del impopular presidente Alejandro Giammattei, que no estaban dispuestos a permitir que en Guatemala ganase un candidato distinto a los que habían sido ungidos por el oficialismo, cuya concentración y cooptación de poder en los últimos años de gobierno rayó el autoritarismo y amenazó con socavar los procesos democráticos del país.
Pero la sorpresa la dio Arévalo en los comicios de junio, con una campaña austera enfocada en la lucha contra la corrupción y un mensaje conciliador que supo atraer el voto de los pueblos indígenas y, sobre todo, los jóvenes y las clases urbanas del país. A partir de su victoria, respaldada por más de dos millones de votos, el equipo de fiscales de Porras, motivados por grupos de organizaciones de extrema derecha cercanas a Giammattei, activaron una serie de persecuciones en contra del partido de Arévalo, sus simpatizantes, cualquier opositor al gobierno de turno y en contra del presidente electo.
Las masivas manifestaciones ciudadanas lideradas por movimientos indígenas de todo el país y que alcanzaron su clímax en octubre pasado, así como las consecuentes sanciones de Estados Unidos, la Unión Europea y la OEA permitieron que, poco a poco, los aliados de los grupos promotores del «fraude electoral» se fueran desintegrando, hasta que la fiscal general se quedó, prácticamente sola y, poco a poco, se agilizaron los procesos para una transmisión de mando ante la vista de una comunidad internacional expectante.
Arévalo prometió «una nueva primavera», tomando prestadas las palabras de su padre, Juan José Arévalo
Bajo la mirada de Occidente
Las últimas horas del presidente Giammattei y las primeras del presidente Arévalo fueron atestiguadas por más delegaciones de países de toda América, Europa e incluso Asia.
Siete jefes de Estado estuvieron presentes, entre ellos los presidentes Xiomara Castro (Honduras), Rodrigo Chaves (Costa Rica), Laurentino Cortizo (Panamá), Gustavo Petro (Colombia) y Santiago Peña (Paraguay). También estuvieron presentes los primeros ministros de Belice y Aruba, así como cancilleres y delegaciones de Estados Unidos, Francia, Uruguay, Taiwán, Perú, Portugal, México y República Dominicana.
Arévalo prometió «una nueva primavera», tomando prestadas las palabras de su padre, Juan José Arévalo, que también dirigió la nación de 1945 a 1950, los primeros cinco años de lo que los historiadores han titulado 'Primavera Democrática' de Guatemala, al haber sido una década de dos gobiernos moderados en una época en la que gobernaban al país grupos de militares radicales sin escrúpulos. «No nos dejen solos, nosotros no nos daremos por vencidos. Estamos dando paso al nuevo amanecer en el país. ¡Que viva Guatemala!», subrayó.
Pero los desafíos son maratónicos. El presidente tendrá que gobernar con una fiscal general que le ha declarado la guerra y que seguirá liderando el Ministerio Público hasta 2026. Además, los apoyos en el Congreso de la República no están del todo sólidos en favor del presidente, al menos por ahora. Asimismo, las demandas de sus votantes son múltiples y no darán su brazo a torcer. Y faltaba más. En las urnas han hecho lo impensable: llevar a un académico que en los últimos sondeos tenía un 2% de intención de voto, a la silla presidencial. Y ese apoyo se cobra caro.
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