El atentado contra Miguel Uribe devuelve a Colombia al abismo de la violencia política

El parte médico emitido a media mañana de ayer (la tarde en España) indicaba que su estado de salud seguía siendo crítico, a pesar de la intervención quirúrgica practicada en la noche para estabilizarlo y atender las secuelas de los disparos recibidos por la espalda, uno dos de los cuales impactaron en la cabeza, entrando por el occipital.

A las afueras de la Fundación Santa Fe, donde está hospitalizado, su esposa, María Claudia Tarazona, agradeció el apoyo recibido y la solidaridad de los colombianos: «A todas las personas que se han unido para orar por la vida de Miguel, quiero dar gracias a cada uno de los colombianos que ha sido solidario conmigo, con mis hijos y con su familia», y pidió oraciones por su salud.

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Mientras el senador –precandidato para las elecciones de 2026 del partido Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe (con el que no tiene parentesco)– se debatía entre la vida y la muerte, las autoridades empiezan a seguir la pista de los posibles involucrados en el atentado, ejecutado por un menor de edad de 14 años, detenido tras los disparos y que dijo que aportaría toda la información de sus contactos.

El director general de la Policía, general Carlos Fernando Triana, afirmó que el atentado fue realizado con una pistola Glock semiautomática y que el autor disparó al menos nueve veces. Tres de las balas alcanzaron a Uribe Turbay, otra rozó la cabeza de un joven y una más hirió a una mujer de 36 años que se encontraba en el mitin político que al final de la tarde del sábado ya estaba cerrando el precandidato.

Circulan varios vídeos que no solo capturaron el momento del atentado y el impacto en la cabeza de Uribe Turbay, sino también a las personas que estaban al lado del sicario, en especial una mujer que le habla, la cual es ahora buscada intensamente, así como otras personas sospechosas captadas también por vídeos. El Gobierno ofrece una recompensa de más de 600.000 euros para quien entregue información que lleve a los autores intelectuales.

Las autoridades –Policía judicial y la Fiscalía– también analizan las conversaciones de mensajería halladas en el móvil del sicario, donde se lee el mensaje de un hombre al joven: «Tiene que ser hoy sí o sí», en respuesta al mensaje del chico donde afirma: «Vamos a cobrarlo hoy, pero temprano». Por ahora, el sicario está bajo custodia, ya atendido por un tiro en su pierna izquierda, al parecer por las personas encargadas de la seguridad de Uribe Turbay, que junto con ciudadanos lograron detenerlo en su huida.

El rechazo al atentado contra Miguel Uribe Turbay ha sido generalizado desde todas las orillas de la política colombiana, donde los representantes de los diferentes partidos y coaliciones han pedido que se esclarezcan los hechos y se identifique a los autores intelectuales con prontitud y transparencia, además de garantizar la vida del sicario para no repetir hechos del pasado, donde los autores de asesinatos políticos fueron acribillados, silenciando así la verdad de estos crímenes que a finales de la década de 1980 y en 1990 marcaron los años más tenebrosos de la historia reciente del país. En especial, durante la campaña presidencial de 1986 y 1990, cuando fueron asesinados cuatro candidatos presidenciales: Luis Carlos Galán, Jaime Pardo Leal, Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo Ossa.

El atentado del sábado en la tarde revivió la pesadilla para los colombianos, el horror de años de violencia sin cuartel que cualquier persona mayor de 40 años lleva como una herida que no cierra. Por eso, resultaron sorprendentes las primeras declaraciones del presidente Gustavo Petro, quien al referirse al atentado, si bien lo condenó, prefirió divagar sobre el origen árabe de la familia de Uribe Turbay, en un mensaje en las redes sociales en medio del vértigo que siente Colombia de estar caminando al borde de un precipicio.

«Ay, Colombia y su violencia eterna. Quieren matar al hijo de una árabe en Bogotá, que ya habían asesinado, y no se debe matar en el corazón del mundo. Matan al hijo y a la madre. Respeten la vida, esa es la línea roja. Colombia no debe matar a sus hijos, porque ellos también son hijos nuestros. Mafias de la tierra, costras de la humanidad. Que vivan tranquilas las familias árabes que llegaron a Colombia», dijo Petro.