Viktor Orban, enemigo del multiculturalismo y azote de la inmigración

Estaba aún en pie el muro de Berlín. Orban exigió elecciones libres, la retirada de las tropas soviéticas y el fin del Pacto de Varsovia. Todo se cumpliría. Pronto fue el interlocutor favorito de los occidentales en la transición. Fue receptor de una beca de George Soros para estudiar en Oxford. No sabía entonces el multimillonario de origen húngaro, mecenas de «causas progresistas», que fomentaba la carrera de su peor enemigo. Porque Orban se hizo un político de la derecha que busca la lucha frontal con la izquierda para batirla en la urna y en la batalla cultural e ideológica.

En 1998 ganó las elecciones y, según cuenta él, se precipitó tanto que las perdió cuatro años después. La izquierda gobernó dos legislaturas con tanta corrupción e ineptitud que en 2010 colapsó. Y no se ha recuperado. Volvió Orban y ha gobernado ocho años con éxitos económicos innegables. Pero su postura ideológica y su rechazo a la sociedad multicultural, inmigración y la ideología de género le han generado inmensa hostilidad en el exterior. Le gusta.

Gane o pierda, este animal político seguirá marcando la historia de Hungría y de Europa, donde cada vez tiene más seguidores entre una creciente derecha que se distancia del centrismo socialdemocratizante.