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Vidas mutiladas por la guerra

Habitación tras habitación los relatos de los pacientes conforman la película de terror que protagonizan los civiles ucranianos de manera involuntaria

Vasyl, acompañado por su esposa Zina (de pie y una amiga M. Ayestaran
Mikel Ayestaran

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«Un soldado ruso joven, nervioso, entró en el sótano en el que nos escondíamos veinte vecinos y ordenó a todos los hombres presentes que saliéramos en diez segundos. Yo tardé un poco más, se acercó, me apuntó y me disparó en la pierna», recuerda ... Vasyl desde la cama en la que se recupera en el hospital comarcal de Brovary, principal ciudad al este de Kiev y refugio ahora de desplazados y heridos por los combates. Su esposa, Zina , no se separa un minuto. Ni ahora, ni cuando fue herido. «Tenía vendas y analgésicos porque soy enfermera, le hicimos un torniquete de emergencia y le logramos salvar la vida. Tardamos dos días en lograr el permiso para evacuarle por uno de los pasillos humanitarios. Antes de llegar al hospital ya sabíamos que habría que amputarle la pierna», cuenta la mujer con un tono apagado y la mirada puesta en la ventana de la habitación número cinco de este hospital.

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