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Viaje a los escenarios del horror en Bruselas

El aeropuerto de Bruselas y la estación de metro de Maelbeek continuaron ayer cerrados al tráfico

Un grupo de trabajadores reparaban ayer los daños en el tejado del edificio principal del aeropueto de Zaventem, en Bruselas REUTERS

MARIBEL NÚÑEZ

Lo primero que se nota cuando uno se acerca al aeropuerto de Bruselas es un profundo olor a humo, fruto de los atentados de ayer. La seguridad de todo el perímetro de la zona ha sido especialmente reforzada, habida cuenta de que además ayer los reyes de los belgas, Felipe y Matilde, visitaron las instalaciones para dar ánimo a sus trabajadores.

Cientos de empleados del aeródromo fueron ayer a trabajar desde primera hora, lo que colapsó los accesos, ya que el Ejército se hace cargo ahora de los controles de seguridad extraordinarios , que suponen que cada trabajador que entra tiene que rellenar un impreso y mostrar su acreditación así como el interior de su coche. Todo en aras de la seguridad y con el objetivo de que se reabra cuanto antes la instalación, lo que no tiene de momento fecha concreta. Muchas aerolíneas están desviado sus vuelos a aeropuertos regionales como Charleroi, Ostende o Lieja.

«Trabajar hoy es nuestra manera de ayudar», concluía el trabajador

Chantalle Ansiaux explicaba a la entrada del aeropuerto entre lágrimas que necesitaba ir a trabajar para mostrar su solidaridad con el resto de sus colegas y, en cierto modo, compartir su dolor. Lo mismo le pasaba a otro empleado que no quiso identificarse delante de las cámaras de la televisión belga RTBF pero que, pese a ello, aseguraba entre sollozos que no había podido dormir en toda la noche por las imágenes de los atentados que no podía quitarse de la cabeza, que sufrió en primera persona, y de los que salió ileso. «Trabajar hoy es nuestra manera de ayudar», concluía el trabajador.

Lo ocurrido en el aeropuerto ha abierto el debate sobre la seguridad en este tipo de instalaciones. De hecho, en el aeropuerto belga de Charleroi, a escasos 40 km de la capital, el Ejército controla ahora a todos los pasajeros antes de que entren a pie en la terminal, tal y como se hace en Israel, lo que supone que tan solo entra en la instalación el pasajero con su billete o carta de embarque, sin ningún tipo de acompañante. Si se hubiera empleado este filtro en el aeropuerto de Bruselas quizás no se hubieran producido los atentados ya que, hasta donde se sabe, ninguno de los tres terroristas tenían un billete de avión en la mano , más allá del viaje que creían que iban a emprender dos de ellos hacia la eternidad tras hacerse estallar.

Nuevos controles

Fruto del desvío de algunos vuelos el aeropuerto de Charleroi recibió ayer 5.000 pasajeros extra que tuvieron que experimentar en primera persona los nuevos controles. La dirección de este aeródromo aconsejó a todos los pasajeros que vayan a viajar que se presenten con tres horas de antelación para poder pasar de manera cómoda las nuevas medidas de seguridad. En Charleroi opera la compañía de bajo coste Ryanair, con cientos de vuelos cada día, y desde ayer también la aerolínea especializada en vuelos charter Jet Air.

El director del aeropuerto de Charleroi, Jean-Jacques Cloquet, aseguraba ayer que «Europa tiene que reflexionar sobre la seguridad en los lugares públicos como son los aeropuertos o las estaciones de tren. Los israelíes nos llevan mucha ventaja en este asunto con resultados muy positivos ya que invierten mucho en controlar a los pasajeros y los equipajes así como en los accesos a los sitios con grandes aglomeraciones de personas, tareas de las que se encarga el Ejército de manera minuciosa».

Por su parte, el tráfico de trenes se restableció ayer con carácter general en la capital belga a excepción de la estación de Schuman, en el corazón del barrio europeo.

La red de metro volvió poco a poco ayer la normalidad, excepto la parada de Maelbeek, escenario del segundo atentado que tuvo lugar el martes y que provocó 21 muertos y numerosas escenas de pánico, y las aledañas de Shuman y de Arts-Loi.

El perímetro de seguridad en torno a la estación de Maelbeek continuó cerrado ayer durante toda la jornada, para dejar tiempo a los especialistas para buscar pistas de los atentados que, en parte han dado fruto al haber hallado las huellas dentro del vagón de uno de los hermanos kamikaze, Khalid El Bakraoui.

Una escena fantasmal

En la noche del miércoles, apenas doce horas después de los atentados, los alrededores de la estación de Maelbeek permanecían también acordonados por la policía pero la diferencia era que, al ser de noche, la escena era más fantasmal aún habida cuenta que la estación se encuentra en la rue de la Loi, que conecta el barrio europeo con el centro de la ciudad, y que lleva cortada desde el martes por la mañana. Si no fuera por lo dramático de la situación hubiera parecido que estaban rodando una escena para una película en una gran avenida desierta cortada por barreras de lonas blancas y unos coches de la polícía.

Una hecho que da idea de la potencia de la bomba que explotó en el vagón de metro que se encontraba en la estación de Maelbeek es que un parking contiguo a la estación de metro, en el que aparcan sus vehículos numerosos funcionarios que trabajan en la zona, quedó parcialmente destruido fruto de la deflagración.

La verdad es que coger el metro ayer en Bruselas era bastante sobrecogedor

La verdad es que coger el metro ayer en Bruselas era bastante sobrecogedor porque los rostros de los viajeros daban entender una especial preocupación, y no es para menos ya que ayer mismo esta escena tan cotidiana como puede ser coger el metro para ir al trabajo o a la universidad se convirtió e n una trampa mortal para al menos 2o personas. En todo caso el metro no recuperó ayer la normalidad ni mucho menos, al margen de las estaciones que permanecieron cerradas, ya que a las 19 horas cerró de muevo sus puertas, tal y como lo hizo durante toda la jornada del martes después de los atentados.

Las estaciones de tren también resultaron ayer muy complicadas para acceder a ellas. El Ejército ha establecido nuevos controles, al igual que en los aeropuertos, para acceder ellas, lo que se tradujo en que en la tarde ayer eran varios cientos de pasajeros los que hacían la fila en la calle esperando entrar a las estaciones para coger los trenes de cercanías y poder volver a casa después de su jornada de trabajo en la capital.

La principal consecuencia del cierre parcial del metro es que los belgas, y los numerosos expatriados que viven en esta ciudad, optaron más que nunca por desplazarse en sus tradicionales bicicletas así como por andar para trasladarse a sus destinos ya que ni los autobuses ni los taxis salían a cuenta por los numerosos atascos que protagonizaron la jornada de ayer en la capital belga.

Otra de las notas características en la jornada de ayer en la ciudad fueron las innumerables sirenas de las ambulancia, coches de policía y caravanas oficiales, un sonido no especialmente presente en la vida diaria de Bruselas a excepción de cuando se celebran cumbre europeas, que es un auténtico circo de coches oficiales con sus sirenas yendo y viviendo, helicópteros incluidos.

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