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Turingia, en shock: «Esto no es Weimar»

El resto de los partidos alemanes cierra filas para marginar a la ultraderecha después de la crisis de gobierno en la vaciada Erfurt

El presidente regional de la Unión Cristianodemócrata (CDU) para el estado federado de Turingia, Mike Mohring, atiende a los medios a su llegada a la sede del partido en Berlín (Alemania) EFE
Rosalía Sánchez

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Alrededor de las jarras de Winterzwickl, que pasa por ser la mejor cerveza de estación de Turingia, la conversación gira en torno a los últimos acontecimientos en la ciudad, que durante veinticuatro horas convirtieron esta semana a la vaciada Erfurt en la capital política de ... Alemania. En el Hofbräu de la plaza no se habla de otra cosa: la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) votó la investidura del candidato liberal (FDP), Kemmerich, evitando así un gobierno de Die Linke (La Izquierda) pero provocando una airada reacción de los partidos tradicionales, que desde Berlín impusieron su inmediata dimisión. Fue en Turingia donde Hitler logró un primer pacto local con los conservadores que permitió a su partido minoritario hacerse un hueco en la gran política alemana en los años 30. La asociación de la elección de Kemmerich con la foto del apretón de manos entre Hitler y Hindemburg , epicentro de un trauma todavía latente en el subconsciente político alemán, dio lugar a una ola de protestas callejeras y puso en pie de guerra a las directivas de los grandes partidos. «Se están equivocando», defiende uno de los clientes junto al expendedor de cerveza, «ni esto es Weimar ni nosotros somos nazis».

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