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Trump designa este lunes su candidatura para juez del Supremo de los Estados Unidos

La decisión del presidente puede marcar durante décadas al país en cuestiones tan sensibles como el aborto o los derechos de los homosexuales

Mitch McConnell, candidato al Tribunal Supremo, durante el Congreso Nacional republicano AP

Carlos Pérez Cruz

El tiempo servirá para evaluar el legado de la presidencia de Donald Trump , pero este lunes tomará una decisión que marcará por mucho tiempo a Estados Unidos. La elección de su candidato para sustituir en la Corte Suprema al juez Anthony M. Kennedy , que hace unos días anunció su jubilación , puede llevar a redefinir legalmente el país en asuntos tan sensibles como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el control de las armas, la discriminación positiva o programas de salud como el Obamacare.

Trump anunciará en la noche del lunes a su elegido o elegida de entre una lista de veinticinco nombres diseñada por Donald McGahn , uno de sus actuales consejeros en la Casa Blanca y asesor durante la campaña presidencial. La lista, un quién es quién de los juristas conservadores, estaba conformada originalmente por once nombres aunque, según ha comentado el propio presidente, los candidatos han quedado reducidos a cuatro . La suerte de su particular concurso jurídico se resolverá a las nueve de la noche (3 de la madrugada en España), en horario de máxima audiencia televisiva. Después será el Senado, con mayoría republicana de 51 a 49 representantes, el que confirme o rechace la candidatura.

En apenas año y medio de presidencia, Trump habrá nominado a dos jueces de la Corte Suprema , un récord determinado por la muerte en 2016 del juez Antonin Scalia (cuya plaza ocupó Neil Gorsuch) y la jubilación ahora de Kennedy. Y podría haber más. La juez Ruth Bader Ginsburg , una heroína entre los liberales, tiene 85 años, y Stephen Breyer, también del ala progresista de la Corte, 79. Aunque tanto la nominación del año pasado como la de este lunes no cambian el dominio conservador del tribunal (5-4), el de Kennedy, considerado un moderado, era un voto decisivo que decantaba la balanza hacia la visión más liberal en asuntos como el matrimonio homosexual y el aborto, algo que probablemente cambiará de manera radical la segunda elección de Trump.

El camino hasta la resolución del lunes se ha convertido en un debate casi más de fe que jurídico . La posición de los candidatos en asuntos relacionados con la libertad religiosa , su afiliación e implicación en diversas organizaciones se han escrutado como indicadores de cuál podría ser su postura para resolver litigios relacionados con el matrimonio homosexual o el aborto . Según informaba «The Washington Post» , personas conocedoras del proceso de selección indicaron que Trump no está tan interesado en discutir sobre leyes como en conocer la posición de los seleccionados en asuntos como la libertad religiosa o de conciencia. En campaña prometió situar en la Corte Suprema a jueces contrarios al aborto, despenalizado en Estados Unidos desde 1973.

Los candidatos

Entre los cuatro finalistas más probables para un cargo que es vitalicio, solo el juez Raymond Kethledge (51 años) figuraba en la lista original de once nombres. Aunque para el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell , es uno de los candidatos con mayores opciones de ser aprobado por los senadores, todo indica que habría ido perdiendo el favor de Trump en los últimos días. En su caso no constan declaraciones explícitas sobre el aborto o el matrimonio homosexual, pero sí se ha inclinado en varias resoluciones por anteponer la religión a cualquier otra consideración. Por ejemplo, en abril falló en favor de un restaurante propiedad de una iglesia de Ohio a la que habían acusado de «coaccionar espiritualmente» a sus fieles para que trabajaran gratis en el mismo, y aseguró que la condición católica del establecimiento le protegía de las leyes laborales. Está por ver si su visión de un buen líder como alguien que debe buscar la soledad y la desconexión digital cae bien en un presidente tan adicto a Twitter como es Trump.

Junto a Kethledge, hay otro candidato que según McConnell podría obtener más fácilmente la aprobación del Senado. Se trata de Thomas Hardiman (53), cuyo inusual perfil de hombre procedente de la clase trabajadora parece gustar al presidente. Fue el primer miembro de su familia en graduarse en la universidad y trabajó como taxista para ayudar a pagar su educación. Hardiman, que fue uno de los candidatos con más opciones para sustituir a Scalia en 2017, tiene además el aval de la juez Maryanne Trump Barry, hermana del presidente, para quien ha trabajado en la Corte de Apelaciones de Philadelphia. Radicalmente favorable a la expansión del derecho a portar armas de los ciudadanos, no se le conoce posición pública sobre el aborto.

Los otros dos candidatos más probables tienen un perfil público de marcado carácter religioso. Brett M. Kavanaugh (53), antiguo asistente en la Casa Blanca del presidente George W. Bush, es católico practicante, aunque ha recibido críticas desde sectores conservadores por no posicionarse lo suficientemente a la derecha en temas como el aborto o la salud. Al igual que el juez Kethledge, trabajó para Anthony M. Kennedy, el juez que se jubila. La animadversión de Trump por los Bush podría resultar un hándicap para sus opciones, e incluso su papel junto al fiscal Kenneth W. Starr, en la investigación sobre la relación del ex-presidente Bill Clinton con Monica Lewinsky, podría dificultar el apoyo de los senadores. En su momento se mostró favorable a un 'impeachment' contra Clinton por mentir, lo que podría volverse en su contra dado que sigue abierta la investigación sobre la relación entre Rusia y la campaña de Donald Trump.

La juez Amy Coney Barrett (46), otra de las posibles elecciones de Trump para el cargo, es conocida por sus posiciones fundamentalistas y es miembro de una organización llamada People of Praise (Pueblo de Alabanza). Su elección tendría el apoyo de las bases más conservadoras de Trump, pero podría encontrar dificultades para ser aprobada en el Senado, incluso entre las filas republicanas. Contraria al aborto, hasta el punto de poner en duda la constitucionalidad de la decisión tomada por la Corte Suprema en 1973 (caso Roe contra Wade), podría toparse con la resistencia de dos senadoras republicanas, Susan Collins y Lisa Murkowski, ambas favorables a mantener este derecho.

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