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Los toqueteos de Biden ponen en peligro su asalto a la Casa Blanca

El ex vicepresidente y favorito demócrata es un político del siglo XX desconcertado por las exigencias de la era ‘MeToo’

Javier Ansorena

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Joe Biden , el carismático ex vicepresidente de EE.UU., lidera todas en las primarias demócratas que decidirán el candidato para enfrentarse a Donald Trump en 2020. Muchos votantes moderados que apostaron por el multimillonario neoyorquino en 2016 aseguran que hubieran votado a Biden. Pero en aquellas primarias demócratas con las cartas marcadas para Hillary Clinton, el compañero de Barack Obama en la Casa Blanca se echó a un lado.

Aquella elección la ganó Trump pocas semanas después de que saliera a la luz un vídeo de 2005 -entonces recién casado con la actual primera dama, Melania Trump- en la que el entonces candidato republicano alardeaba de que podía hacer «cualquier cosa» con las mujeres porque era una estrella, besarlas o «agarrarlas por el coño».

Ahora, dos años y la formación del movimiento ‘MeToo’ después, Biden ve peligrar sus aspiraciones presidenciales por ser demasiado ‘físico’ en sus interacciones personales. Es una de las características de su persona pública: Biden abraza, estrecha entre sus brazos, coge por las manos , masajea la nuca, junta su cabeza, pellizca la mejilla, susurra al oído de sus interlocutores. En su día, era un símbolo de cercanía, de familiaridad que le conectaba con el votante común. Biden era el tío efusivo y cariñoso con toda la familia. Hoy, parte de la sociedad lo ve como anacrónico, innecesario, incómodo con el espacio personal de cada uno, en especial, de las mujeres. Para desgracia de Biden, es un sentimiento que proviene de su propio partido.

La mecha se encendió a finales de marzo, con el testimonio de Lucy Flores, una representante demócrata de Nevada que cuestionó una práctica habitual de Biden: en un acto electoral, le agarró por detrás por los hombros y le besó en el pelo. No tardaron en sucederse otros testimonios que, como una bola de nieve, engordaron los medios y las redes sociales. El asunto llegó hasta los niveles más altos de la política: Nancy Pelosi, la líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, aconsejó a Biden que dejara esas prácticas de cercanía física: «Compórtate como si tú y yo tuviéramos un resfriado».

Biden tardó en reaccionar. Pasaron varios días hasta que publicó un vídeo en el que se comprometió a ser «más consciente y respetuoso con el espacio personal de otras personas ». Trump, que entiende que los debates progresistas sobre lo políticamente correcto solo le benefician, olió sangre y compartió en Twitter un montaje de ese vídeo en el que Biden aparece por detrás, masajea los hombros y besa en la nuca.

Biden, de momento, ha optado por no pedir disculpas expresas por esa forma de comportamiento. «Si hice sentir a alguien incómodo, lo siento, nunca fue mi intención»; dijo la semana pasada a los periodistas. « Pido perdón por no haberlo entendido mejor . Pero no pido perdón por mis intenciones, no pido perdón por nada de lo que haya hecho». También trató de hacer bromas al respecto en una aparición ante un sindicato, en la que aclaró que había pedido permiso para abrazar a su presidente y a un niño que subió al escenario.

Biden está a punto de presentar su candidatura y pronto entrará en el barro electoral con el resto de candidatos. Solo el tiempo dirá si lo que le hizo un político adorado en el siglo XX frustra ahora su viejas ambiciones presidenciales.

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