Siria
«En las marchas a favor del régimen pasan lista»
Pese a que el gobierno impide la llegada de informadores, un periodista de ABC cuenta desde dentro cómo vive Damasco la revuelta que sacude al país
ROBERTO GONZÁLEZ
Ser extranjero y vivir en estos momentos en Damasco puede considerarse un privilegio. Si quiere visitar la ciudad, este no es el mejor momento. Y no porque ponga en riesgo su vida . Es que no se lo permitirán. Varios españoles, conectados de una ... u otra manera con As-Sham, como es conocida Damasco en árabe, insisten desde hace meses en la embajada siria de Madrid para conseguir su permiso de entrada . En vano. Antes era un sencillo trámite. Ahora es prácticamente imposible.
«Necesito un informe de mi vida laboral para que estén seguros de que no soy periodista», cuenta uno de ellos. Resulta difícil cruzarse a estas alturas con un extranjero . Mientras en otras fechas era común observar miles de turistas visitando la Ciudad Vieja de Damasco, ahora son rara avis. Sólo en 2009, 6 millones de turistas visitaron Siria. Sin embargo, ya nadie viene a contemplar los cerca de 6.000 años de historia de Damasco. «Me despidieron porque no tenía a nadie a quien acompañar», confiesa Anas, ex guía turístico.
Mientras antes la rodeaban visitantes sedientos de fotos, a la estatua de Saladino la acompañan ahora multitud de pequeños puestos ambulantes. Imagen de la victoria del islam frente a los cruzados, los hombros de Saladino cargan el peso de la simbología del régimen: «Siria vencerá frente a la conspiración de Occidente» , es uno de los eslóganes más repetidos estos días por el régimen.
Damasco sigue siendo el bastión del poder. Las multitudinarias manifestaciones que agitan el resto del país no han podido alcanzar el corazón de la ciudad. Al contrario, son frecuentes las marchas a favor del presidente, Bashar al Assad . Damasco y Alepo son dos fortalezas del régimen. Los opositores, sin embargo, asegura que las marchas de lealtad al régimen están teledirigidas: «Mi madre es de la oposición, pero funcionaria del Estado. Para evitar problemas en el trabajo, tiene que ir forzosamente a cada acto a favor del presidente , porque ahí pasan lista», cuenta Rafaa, enfermero. Damasco sigue siendo la pieza maestra, y por el momento está al lado de Assad. Aunque sólo sea por pasiva, por su escasa disposición a manifestarse. La oposición lo sabe y por eso espera que los damascenos tomen una posición activa en las protestas. «No entiendo a la gente de Damasco. ¿Cuántas personas tienen que morir para que digan basta? », se pregunta Maher, licenciado en Filología Francesa y procedente de Daraa.
Damasco se sabe observada. Sabe que su posición geoestratégica y su peso en Oriente Medio pueden influir de manera determinante en la región. Pero, hasta el momento, la mayoría de sus habitantes prefieren ocuparse de sus problemas particulares y no enfrentarse al Gobierno. Los que disienten, no obstante, esperan la oportunidad para sumarse a las manifestaciones y apoderarse de la ciudad-símbolo del país. Al comienzo de las revueltas, cientos de manifestantes de Harasta y Duma llegaron a apoderarse de la Plaza de los Abbasíes, en pleno centro de la ciudad. Finalmente fueron desalojados. «¿Pero qué habría pasado si no los hubiesen echado?» , se pregunta Bassam, panadero de Duma. Habría sido una victoria simbólica, pero determinante. Eso es precisamente lo que las autoridades intentan evitar por todos los medios.
Mientras se decide el futuro del país, uno de los grandes logros que ha alcanzado el movimiento de protestas ha sido dar márgenes de libertad a la gente para expresar sus creencias políticas . Antes era impensable hablar en público en contra del régimen. Ya no, aunque los damascenos, al tiempo, sigan mirando por encima del hombro para saber quién les escucha. Al fin y al cabo, cuarenta años de silencio no se superan tan fácilmente.
En una situación marcada por la inestabilidad, la economía va de cabeza. No existen datos oficiales, pero es vox populi que el paro crece a marchas forzadas . Son numerosos los jóvenes que creen que la huida al extranjero puede ser una salida a sus problemas. «No tengo trabajo ni lo voy a encontrar. Es como si el mundo se hubiera parado, como congelado», explica Muhammad, quien añade que «el país necesitará mucho tiempo para recuperarse». Sueña con poder viajar a Inglaterra o a España. Aunque la desesperación no hace mella en todos. Muchos otros prefieren quedarse para construir el futuro de su país.
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