Al Assad despide al enviado de la ONU con una amnistía general

A falta de alto el fuego, Bashar Al Assad quiso tener un gesto de buena voluntad y decretó una amnistía general para los delitos cometidos hasta ayer. El decreto presidencial conmuta la pena de muerte por la cadena perpetua y la prisión indefinida por una pena de veinte años, pero «la gran novedad radica en que las autoridades perdonan a aquellos que huyeron por no cumplir el servicio militar obligatorio y también a los desertores que se quedaron en sus casas cuando se fueron de permiso», asegura un funcionario del régimen, que matiza que «los que han empuñado un arma contra las autoridades, han cometido actos terroristas u otros delitos de sangre no podrán acogerse a la medida de gracia».

El servicio militar es obligatorio en Siria y la duración oficial hasta el estallido de la revuelta era de dieciocho meses. Desde comienzos de año, sin embargo, no se ha desmovilizado a nadie debido a las necesidades de las fuerzas armadas que son las que llevan el peso de la lucha contra los grupos opositores armados. El tema del servicio era un tabú y hasta los tradicionales sobornos que permitían a un joven librarse de acudir a filas habían dejado de servir desde el inicio de la crisis.

El ministro de Justicia, Najm Ahmad al-Ahmad, calificó la medida de «inclusiva» y la enmarcó «dentro de la fiesta del Eid y de las medidas aperturistas prometidas por el presidente para alcanzar la unidad nacional». Una «mentira más para ganar tiempo de cara a la comunidad internacional» , según activistas consultados que solicitan ayuda urgente para las ciudades del cinturón de Damasco sometidas a «bombardeos injustificables y el pillaje de los soldados».

Tras 19 meses de revuelta el país está dividido en zonas leales y contrarias al régimen y la violencia ha frenado cualquier intento de una salida dialogada . La oposición volvió a denunciar la muerte de decenas de personas en todo el país, con combates especialmente duros en Alepo y en las afueras de la capital, donde la lucha se centró en la ciudad de Harasta. Esto llevó obligó a muchos a civiles a dejar sus casas y encontrar refugio en el centro de la capital, que de momento se mantiene en calma.

La única apuesta real del régimen por un acercamiento al bando opositor ha sido la creación de un ministerio de Reconciliación Nacional que ha confiado a Alí Haidar, líder del Partido Nacional Social Sirio e histórico miembro de la oposición nacional. El edificio se encuentra en Dummar, a las afueras de Damasco, y en el apenas trabaja una veintena de personas , la mayor parte voluntarias.

«Estamos dando los primeros pasos, tenemos un trabajo enorme por delante», confiesa el número dos de un organismo cuya tarea principal consiste en «devolver a la vida civil a aquellos que decidieron enrolarse en los grupos opositores armados ». La tarea es «muy complicada por la falta de confianza que tienen en nosotros», lamenta Khairy Samman.

Este ministerio comenzó a trabajar hace tres semanas y desde entonces recibe una media de quince llamadas al día . Lo primero que se aconseja es no acudir en persona hasta las oficinas porque se corre el riesgo de ser detenido. Un pariente debe acudir en persona a facilitar los datos personales y «nosotros intentamos limpiar sus expedientes, algunos casos son sencillos, pero en otros no podemos hacer nada», afirma el ayudante del ministro.