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El síndrome del muro de Berlín

Más de un cuarto de siglo después de su caída, los alemanes que pertenecieron a la RDA siguen viviendo bajo la sombra del muro

ROSALÍA SÁNCHEZ

El portero del edificio era un informante de la Stasi. Las plazas en la universidad eran a menudo reservadas para hijos de familias de confianza del partido. Cualquier conducta diferente, creativa, alternativa… llamaba la atención y conducía a detenciones e interrogatorios. Eso marca. Y más de un cuarto de siglo después de la caída del muro de Berlín y la integración de la Alemania comunista en los estándares de la vida democrática, los alemanes que vivieron en la República Democrática Alemana (RDA) siguen condicionados psicológicamente por aquella experiencia . En el día a día no resulta difícil observarlo, pero ahora es un estudio científico el que, por si había dudas, confirma que las generaciones de alemanes que vivieron en el régimen comunista sufren características de personalidad diferentes a los alemanes del oeste. Son más concienzudos, pero también más ansiosos, menos abiertos a nuevas ideas, con menor sensación de poder controlar sus vidas, más temerosos y en general menos satisfechos que los alemanes occidentales.

Más de 15.000 encuestas

Ya en 1984 comenzaron a realizarse los primeros estudios comparativos entre las dos Alemanias, como el panel socioeconómico SOEP, que ha ido tomando periódicamente datos y mediciones marco en áreas como la educación, los ingresos e incluso la salud. En estas encuestas también se formulaban preguntas de carácter psicológico, pero ese apartado no había sido sistematizado después, a diferencia de los indicadores de bienestar y desarrollo económico, que han sido escrupulosamente comparados, año a año, para avanzar en la unificación económica. Y cuando finalmente investigadores de las Universidades de Marburg y Bielefeld, con el apoyo del Instituto de Economía Alemana y el BCE , se han puesto a estudiar ese fondo del banco de datos y a compararlo con el resultado de encuestas realizadas a alemanes occidentales entre los años 2005 y 2010, más de 15.000 encuestas, las conclusiones muestran que la reunificación psicológica no se ha producido aún en Alemania y que posiblemente no se consiga nunca, al menos para las generaciones que vivieron la caída del muro.

«Las condiciones represivas marcan la personalidad de forma duradera», escriben los investigadores, tras constatar que los alemanes que vivieron la represión y el autoritarismo son «más desconfiados, más aprensivos y más neuróticos» . En sus expectativas hay menos deseos de nuevos encuentros o nuevas experiencias, una característica psicológica que en los alemanes occidentales crece a medida que avanza la edad de los encuestados, pero que entre los exciudadanos de la RDA no parece depender de la edad. También son «emocionalmente más inestables», «más preocupados» y se sienten «más impotentes respecto a su destino» . La experta en estructura de la personalidad Jule Specht ha reconocido al semanario alemán «Der Spiegel», que ha publicado el estudio, que se trata de una investigación única en su especie. Señala también que sería necesario buscar la forma de valorar hasta qué punto esas características psicológicas toman cuerpo exclusivamente a raíz de la represión comunista o si están también relacionadas con el «shock» posterior a 1989 , con la pérdida de identidad que supone la desaparición de un país y la incertidumbre que genera el prolongado desempleo.

También sugiere que sería interesante contrastar estos datos con los archivos de la Stasi, comprobar si la incidencia de estos rasgos psicológicos es mayor allí donde se multiplicaba el número de informantes por metro cuadrado. No en vano, la Stasi llegó a tener 173.000 informantes identificados , de los que más de 10.000 de ellos eran niños y jóvenes que espiaban para el régimen en sus propias casas.

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